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diseño desarrollo e innovación en el currículo

LAS INNOVACIONES

Hemos comentado en clase diferentes innovaciones, algunas muy distintas entre sí. Unas eran proyectos que duraban un periodo de tiempo del curso escolar y no por ser breves dichos proyectos dejan de ser valiosos. Otras innovaciones son más rompedoras con la enseñanza tradicional de pupitre y cartilla, y muestran la cara más abierta y flexible de la enseñanza. Pero hay un aspecto con el que coinciden cada unos de estos proyectos, y es la colaboración entre los iguales y el fomento de la responsabilidad y la autonomía.

Lo que más me gusta es la flexibilidad horaria frente al encorsetado aprendizaje por asignaturas. Es experimentando como consiguen aprendizajes significativos, porque están relacionados con su proceder inmediato. Además, el hecho de que sea a través de la interacción entre ellos y los materiales permite un perfecto ajuste al ritmo y capacidad de cada alumno.

Ahora bien, un proyecto como “El duende de Els Donyets” tiene muchísimas ventajas, pero me asaltan dudas sobre el efecto de determinadas actuaciones. Posiblemente sean fruto del desconocimiento  y de la influencia de la escuela estructurada y regulada en la que trabajo.

Me llama muchísimo la atención el hecho de que se mantenga una relación de igualdad entre los maestros y los alumnos. El profesor es el experto, no sólo por conocimientos sino por experiencias acumuladas, y el alumno es un lienzo en blanco. Creo que la autoregulación está sobrevalorada porque el niño tiene que asumir normas como las que se pueden dar en el seno familiar. De hecho se viene criticando de un tiempo a esta parte que los padres no pueden ser amigos de los hijos. Cada uno representa un rol social y lo mismo ocurre en la escuela. No quiero decir que el profesor imponga constantemente lo que hay que hacer y el cómo ha de hacerse, pero partir de las mismas condiciones un adulto que un niño no soy capaz de concebirlo porque física, psicológica e históricamente no van al mismo ritmo.

Muy relacionado con lo anterior está el diálogo que se pueda llevar a cabo en los consejos. Los niños son muy impulsivos, y si hay que resolver conflictos y llegar a acuerdos, que son situaciones que generan más agitación, me parece casi utópico el que se puedan respetar los turnos de palabra. En situaciones así es donde debe adquirir protagonismo la figura del adulto. Creo que sin llegar a dirigir totalmente el debate, puede mostrar pautas para ir orientando el comportamiento social en grupos tan numerosos. Sólo hay que asistir a un comedor escolar para darse cuenta de que es difícil que por sí mismos mantengan un turno de palabra.

Otro aspecto que me llama la atención es que los niños eligen con quien jugar, trabajar, sentarse a comer… los lazos de amistad y el apego que generamos unas personas con otras puede dificultar el que un niño cambie de compañeros en función de la actividad. Me parece muy positivo que los agrupamientos no se hagan por edad cronológica, porque los niños de menor edad pueden aprender de los mayores. Vygotsky en su teoría habla de la zona de desarrollo próximo y del aprendizaje que puede obtener bajo la ayuda del grupo de iguales o de un adulto. Pero si no se promueve el ir variando de compañeros para las diferentes tareas, el apego se encargará de que no se den otras circunstancias de aprendizaje mas que las que nos resultan más cómodas, simplemente por afinidad. Incluso las facilidades que este sistema aporta para la socialización puede que no se lleven al punto más álgido que hacen de dicho sistema su seña de identidad frente a lo normativo y regulado administrativamente.

En lo que respecta a la dinámica de trabajo, permite una total adecuación al interés del niño en ese momento, generando la motivación y la actitud necesaria para que se produzca un aprendizaje significativo e instrumental. Desgraciadamente, la sociedad y el ámbito laboral ofrecen un panorama totalmente distinto. Me pregunto si unos niños que crecieron y se formaron en un entorno tan libre se adaptan e integran bien fuera de él, porque supone un cambio tan radical, que resquebraja los cimientos en los que construyeron su personalidad.

A favor de este tipo de escuelas es muy importante destacar que desarrollan todos los ámbitos del ser humano infinitamente más que en la escuela tradicional. Partiendo de la teoría de Gadner y de la concepción de que existen inteligencias múltiples, el método de trabajo potencia el desarrollo artístico y la creatividad de niño; y a mayor creatividad mejores herramientas para afrontar la inestable realidad.

Tampoco hay que confundir permitir al niño buscar su centro de interés con dejar hacer sin medida. Quizá éste sea el mayor y más erróneo estereotipo al que se enfrenta esta forma de abordar la enseñanza. Se trata de una losa que, por ignorancia o por ser un número reducido los centros que trabajan en esta línea, costará quitarse del medio. Lo que no es discutible es que se educa en el sentido más amplio del término.

Tan solo por la educación puede el hombre llegar a ser hombre. El hombre no es mas que lo que la educación hace de él” (Kant).

LA IMPORTANCIA DE LO PARTICULAR

Esta reflexión, antes de la autoevaluación, es del último texto de Hargreaves (2001) y Carbonell (2000) y quizás porque supone casi la despedida de la asignatura, me cuesta más.

Hemos trabajado mucho sobre el currículo, de dónde partimos, a dónde vamos… hemos manifestado nuestras impresiones y frustraciones respecto a cómo se concibe el currículo y su puesta en práctica. Estoy de acuerdo con Noelia respecto a que nos hemos centrado en muchas ocasiones en la parte negativa, pero creo que se debe a que los que estamos trabajando hemos sufrido desilusiones y puede que tengamos más a flor de piel las carencias que el sistema tiene, pero es verdad que en nuestra propia acción podemos encontrar la motivación que demandamos y que la frescura que las nuevas promociones tienen nos haga salir del círculo vicioso de la lamentación.

Ahora bien, compartir este sentimiento, la frustración, se sobrelleva mejor y se compensa con las inquietudes que se han generado y las ganas de mejorar.

Por curiosidad he rescatado un libro sobre didáctica general que estudié en magisterio (Didáctica General, un enfoque curricular. Marfil.1994) y he releído el capítulo “Investigación y mejora del currículo” escrito por Blázquez Entonado. Me han sorprendido los pasos que propone el autor para la realización de un proyecto o investigación. Como primer paso propone partir de las propuestas oficiales y explica “ello resulta imprescindible porque en ellas, después de trazar los principios metodológicos básicos de la etapa y justificar el sentido y el valor educativo de cada área, se presentan los objetivos generales y los bloques de contenido del área respectiva, estructurados en conceptos, procedimientos y actitudes”.

Sin lugar a dudas la concepción que tenemos ahora de innovación va mucho más lejos.

Para empezar los objetivos “no son el punto de partida”, tienen que estar implícitos, pero el origen está en lo concreto, es decir, en los alumnos, en sus necesidades de aprendizaje y en el contexto en el que conviven. Como dice el refrán pasito a pasito se hace el caminito. Así lo manifiesta Hargreaves, y es cierto que se utilizan más como gramática que como “criterio supremo”. En mi  caso y en el de la mayoría, se parte de la actividad, de la acción y de lo motivador y apropiado para nuestros alumnos.

Partir de los objetivos supondría aplicar el método deductivo, algo muy abstracto que se va desmenuzando hasta llegar a la aplicación. Este método lo concibo para áreas como la física, las matemáticas; pues son exactas y objetivas.Partir de la acción es mucho más eficaz en el ámbito de las ciencias humanas porque los seres humanos somos únicos; y específica tiene que ser toda acción vinculada a ellos.

Pero estamos en una sociedad que a pesar de ser muy heterogénea, de alguna forma nos conduce a la homogeneidad y; sino; a la clasificación. Tenemos que alcanzar o llegar a ser un estereotipo de ciudadano, y aquel que salga de la media, ya sea por exceso como por defecto, queda excluido. Así que en este sentido, los educadores luchan contracorriente si priorizan la acción a la “estandarización”.

La parte negativa del objetivo también la tiene la evaluación. Salvo en los casos en los que hay un historial académico brillante que la evaluación sirve de retroalimentación positiva, en los estudiantes de nivel medio o bajo supone frustrar el interés hacia el aprendizaje. Ya en 2º de primaria se comienza a hacer exámenes, teniendo estos en este nivel y sin experiencias de este tipo, un carácter lúdico porque los asocian a ser mayores. Desgraciadamente a partir de este momento se convierten en el motor que rige la calificación del alumno. No los desecho como procedimiento pero como se suele decir lo poco agrada y lo mucho empalaga. Reconozco que constituyen un sistema muy cómodo de valoración de un estudiante frente a diarios, entrevistas, observación sistemática y registro pormenorizado. Además eliminan todo criterio subjetivo.

Ahora bien, tengo en mi tutoría una niña que trabaja y se esfuerza muchísimo diariamente. En inglés tiene muchos problemas, pero respecto a este área no tira la toalla. Sin embargo, en los exámenes su media es muy baja.

Además la profesora le explica en el recreo, se reúne con la familia y le da pautas para trabajar en casa. Realiza agrupaciones flexibles en clase para tener otra herramienta de evaluación.

¿Qué priorizamos su proceso o el producto?

Ha sido suspendida porque esta profesora consideraba que no tenía pruebas suficientes para aprobarla.

La metodología que aplica esta maestra es muy motivadora, la niña ha disfrutado con la asignatura y ha mejorado respecto al mes de septiembre. Después de recibir el boletín de notas las expectativas de esta niña respecto a la materia serán bajísimas y la profesora se ha sentido muy frustrada por el sistema.

En mi caso, desde la nueva perspectiva que tengo, la hubiese aprobado pero reconozco que también hubiese sentido algo de culpabilidad por ser reprendida, inconscientemente, por el mismo sistema.

La evaluación no es más que una comparación: con un ranking, con otros estudiantes, de los estudiantes con los compañeros, y es que no estamos acostumbrados a asumir cómo somos y a mejorarnos respecto a nosotros mismos. Son las secuelas de un mundo competitivo donde el número frente a la cualidad tiene la hegemonía. Existe la primera potencia mundial, los países tercermundistas… Desgraciadamente superarse día a día no tiene la misma repercusión que decir “no eres el número 1”. Como en el caso de los objetivos, la evaluación debe relacionarse con lo particular. También tiene que ser sistemática, por supuesto, y debe evaluar al alumno consigo mismo, de forma cualitativa a lo largo de su aprendizaje.

Hargreaves propone trabajar en equipo desde un currículo integrado para paliar los defectos de éste por ser demasiado estructurado. Esto supone que cada profesional aporte sus conocimientos y habilidades para la mejora. Hay que tener en cuenta el número sólo para conseguir cada vez más colaboración entre la comunidad educativa, de tal forma que el profesor integre a otros compañeros, a los alumnos, a las familias, a la administración, a la sociedad, al momento histórico...

Enfocar la enseñanza formal como una estructura constituida por asignaturas cerradas supone partir de una concepción del alumno como una cocktelera, capaz de extraer el significado y la utilidad de cada campo de conocimiento y su relación con y en otros ámbitos. Implicaría una capacidad de deducción para "aplicar" lo que "aprende" para la que no está preparado, sobre todo en primaria con un pensamiento concreto.

Carbonell manifiesta que la educación no sólo es pensar, sino también sentir. Para que se produzca el cambio en la educación formal debe variar la interpretación que se hace de dicha educación, es decir, desarrollar no sólo el ámbito cognitivo porque cada vez vemos más acuciante la educación en valores.

Una receta de cocina podemos aprenderla de memoria, pero para degustar una obra maestra debemos elegir cuidadosamente los ingredientes, lo cual supondría que el profesorado no sólo tuviese la formación epistemológica suficiente sino la pedagógica y la capacidad de trabajo colaborativo; los útiles de cocina, es decir, una metodología flexible, adaptada a las necesidades de los alumnos y que sea capaz de generar interrogantes y retos a los que hallar solución; tiempo de elaboración, que supone la enseñanza de un proceso gradual; y de una valoración, pues la autoevaluación continua genera información para modificar, secuenciar, aplicar y ofrecer aquello que nuestros alumnos, selecta clientela, necesitan.

Pero en relación con la autoevaluación, ¿cómo vemos el error en la innovación? ¿Cuál es el límite temporal que condiciona continuar o desechar un proyecto?

Cuando escuché la palabra innovación me entró verdadero pánico, pues pensé que estaría a años luz de mi práctica docente. Idealicé el concepto y me parecía casi utópico. Habiendo leído algunas de las innovaciones me doy cuenta de que la innovación no es sinónimo de irrealidad sino de todo proyecto, que con la intención de mejora, quiera llevarse a cabo.

Como explica Carbonell, es más factible desde la educación no formal pero me ha generado una valentía que espero me dure mucho tiempo a lo largo de mi proceso como maestra. Y hablando de tiempo, puede que él mismo sea el factor que determina cuándo cambiar o continuar, pues algo que se prolonga demasiado pierde su carácter innovador para transformarse en normativo.

Considero que el interés es el ingrediente básico e imprescindible. El interés es libre, y no está burocratizado ni regulado por la administración. El interés puede surgir de un profesor, alguien en particular, y de ahí a los compañeros de nivel, de ciclo, de etapa, al centro, a las familias, a la sociedad…

Emerson (1803-1882), poeta estadounidense, afirmó que “toda reforma fue en un tiempo simple opinión particular” .

Las simples ganas y entusiasmo de un solo profesor pueden ser el motor y el principio del cambio.

 

TEXTO DE HARGREAVES

TEXTO DE HARGREAVES

 “El horizonte educativo de la Educación Secundaria es el de promover la autonomía de los alumnos, no sólo en los aspectos cognitivos o intelectuales, sino también en su desarrollo moral y social. Esta autonomía culmina en cierto modo en la construcción de la propia identidad, en el asentamiento de un autoconcepto positivo y en la elaboración de un proyecto de vida, vinculado a valores, en el que se reflejen las preferencias de los adolescentes y también su capacidad de llevarlo a cabo. A ello ha de contribuir el currículo y toda la acción educativa, tanto la desarrollada en cada una de las áreas concretas, cuanto la ejercida a través de la tutoría y de la orientación educativa” (R. D. 1345/1991).

Existe un abismo entre las expectativas de la Educación Secundaria en relación a los alumnos y las expectativas de éstos. ¿Por qué hay un salto tan grande de 6º de Primaria a 1º de la ESO? ¿No separa sólo un curso escolar un nivel de otro? La adolescencia es un periodo muy importante en el desarrollo de un alumno. Algunos padres y profesores manifiestan que no les entienden porque esta etapa del desarrollo está acompañada de conflictos, diversidad de capacidades, de motivaciones, de estilos de aprendizaje así como la personalidad. Pero estos problemas ya los presentan muchos alumnos en 6º y seguimos dándoles la mano, ofreciendo una atención individualizada y un plan de acción tutorial realista que supone verdadera implicación.

En Educación Secundaria  esta función se dispersa y predomina el “enseñar a pensar”  relacionado con los aprendizajes escolares tradicionales desde todas las áreas partiendo de la autonomía y el razonamiento. Interpretan al alumno de esta etapa con la capacidad de pensamiento abstracto, de la resolución de problemas complejos y la elaboración de teorías. Bajo mi punto de vista no todos los alumnos de la misma edad poseen estas capacidades porque su entorno social y la etapa educativa anterior ejercen su influencia. Y en el caso de la escuela de primaria la influencia no es negativa. Ya hemos comentado en distintas ocasiones en clase que en Educación Secundaria sigue predominando un modelo curricular técnico frente al práctico que nosotros ejercemos aun anhelando uno todavía más flexible  efectivo. Nosotros secuenciamos más los contenidos, manipulamos más metodologías porque hemos recibido más formación pedagógica. El niño va avanzando en su proceso de aprendizaje y ofrecemos una enseñanza más o menos acompasada. Les motivamos y les damos retroalimentación de su evolución para favorecer su autoestima. Permanecemos más horas lectivas con el alumno y nos convertimos en una de sus figuras de apego. Tratamos de establecer una relación estrecha con las familias a las que se informa de la trayectoria del niño en el ámbito educativo.

La Educación Secundaria ha estado y está vinculada a materias de carácter instrumental y procedimental, y con las que se relaciona la capacidad de pensamiento abstracto. ¡Pero si poco antes la enseñanza era manipulativa!

Considero que ya que el desarrollo es un continuo y no un conjunto de interrupciones, esta etapa tendría que ir desarrollando en el alumno de forma progresiva el análisis de la realidad y generalización del conocimiento, y promover la reflexión y la capacidad de crítica.

 El R. D. anteriormente expuesto contempla su desarrollo social y moral, la educación en valores y en la acción educativa se llevará a cabo la orientación y la tutoría. Todo lo que cita el R. D. es una muestra de que las intenciones se quedan en el papel y no son practicadas. No se educa socialmente porque, por lo general, profesores y alumnos no se entienden mutuamente y toda relación queda reducida a una exposición de contenidos sobre la materia que no genera la participación del alumno. Si a éste último se le diese un papel activo habría un intercambio positivo de información y no se produciría una ignorancia mutua. Creo que el problema está en que se parte de la concepción errónea que establece que es imposible dialogar con un alumno a esta edad. De esto se desprende que una educación en valores todavía es más irrealizable. La orientación es más probable que se haga, pero a través de otro profesional distinto del docente. En último lugar la tutoría resulta utópica mientras el docente esté más preocupado de la disciplina que de los alumnos. Organizativamente también es complicado si no hay una referencia del adulto más allá de una hora diaria.

Hay un aspecto muy contradictorio en la educación secundaria, y es que por una parte el currículo está sobrecargado de materias y contenidos pero el horario del profesor de instituto, sin embargo deja tiempo, si lo comparamos con el horario lectivo de un maestro, para preocuparse del alumno, de cómo el adulto está enseñando y como el alumno está aprendiendo. La desmotivación, yo diría más bien la despreocupación, del profesorado de Educación Secundaria genera desmotivación en el alumno. Si esta relación es tan evidente, ¿por qué no se toman medidas? ¿Acaso no se evalúan en su práctica profesional?

Las medidas serían revisar el currículo y las disciplinas. Aumentar el tiempo lectivo de los profesores y que parte de ese tiempo se invirtiese en profundizar en las circunstancias particulares de sus alumnos y la colaboración con los padres. Esto supondría una clara oposición de este sector educativo que superficialmente analiza el por qué del fracaso escolar. Éste no consiste en un alumnado apático, tampoco sirve excusarse con el argumento de que los alumnos en esta etapa son muy difíciles y hay que ser autoritarios y ejercer la disciplina. Esta última no tendrá efecto alguno si tampoco se respeta al discente, si no se le confían responsabilidades realistas, si se les aborda desde la individualidad y no desde la colectividad.

No pueden seguir en el mismo sitio del que se partió hace décadas para la formación de las enseñanzas medias. La monotonía no puede despertar ni la atención; que además requieren unas materias y contenidos tan densos, ni la motivación. Estoy totalmente de acuerdo con Hargreaves en lo que respecta a que los buenos estudiantes están tan insatisfechos como los malos, lo único que les diferencia es que un historial académico bueno tiende a mantenerse para seguir forjando una identidad saludable de sí mismos. Ya que no reciben motivación extrínseca pocos desarrollarán la anhelada motivación intrínseca y disfrutar aprendiendo si no se acorta la distancia entre el conocimiento y las habilidades que necesitarán. Si  no se contemplan las inteligencias múltiples a las que estimular y adaptar las asignaturas solventando la hegemonía de unas sobre otras. Si no se flexibiliza la organización por departamentos y se trabaja de forma colaborativa.

Es prioritaria una coordinación horizontal con los profesionales del mismo nivel desde diferentes disciplinas, así como la coordinación vertical para conectar los diferentes tramos educativos de una forma gradual y partiendo de las experiencias del alumnado. Además estas experiencias son cada vez más complejas y se puede sacar mucho partido a la hora de plantear desafíos. Retos que el alumno pueda obtener con sus herramientas y tener la referencia  de poder alcanzarlas. Una distancia grande entre sus posibilidades y un reto supone atentar contra su autoestima y velar por lo que hoy se está haciendo. En la imaginación se puede hallar el motor que dé vida a una metodología activa y colaborativa, y un interés por desarrollarla y potenciarla en los alumnos. Si bien no todo puede conectarse con la imaginación, me refiero a contenidos que requieren memoria siendo está fundamental para nuestro funcionamiento y que no hay que dejar de ejercitar, sí puede el docente emplear dicha imaginación para presentar los contenidos de una forma atractiva.

La colaboración y la necesidad de mejora pueden ser los reactivos de esta tediosa forma de plantear la enseñanza de los ciudadanos del mañana.Estoy casi segura de que muchos de estos profesores, antaño alumnos, no recibieron estímulos para afrontar el aprendizaje, y de la forma en la que fue mostrada la enseñanza es reproducida en la actualidad.

Después de esta reflexión, creo que los profesionales que trabajan en Secundaria no pueden sentirse satisfechos. Prueba de ello son las bajas por depresión, la deshumanización de una de las actividades más humanas como es la transisión. ¿Qué es lo que les ata, les encadena? ¿Por qué hay una rivalidad disciplinar? ¿Acaso no están en el mismo bando?

Los cambios son difíciles, prueba de ello fue la última dinámica que llevamos a cabo en clase en la que se nos ofreció la posibilidad de poder imaginar y proponer una práctica mejor, pero es cierto que sin una referencia es difícil y además seguimos muy vinculados al concepto de currículo tradicional. Pero también es cierto que infantil y primaria hemos ido avanzando y adaptándonos, aunque lentamente, a unos cambios sociales. Somos una referencia en este aspecto para secundaria.

La única explicación que encuentro está en la fábula de "El elefante encadenado", que a pesar de estar atado a una pequeña estaca clavada en el suelo, se resignó a su destino.

Veremos qué pasa en el futuro. 

TEXTO DE JUAN FERNÁNDEZ SIERRA. Acción docente y opciones curriculares. II PARTE.

Quiero volver a escribir sobre el texto de Fernández Sierra porque somos personas cambiantes bajo la influencia de otras personas y contextos. Somos seres reflexivos y maduramos los pensamientos a partir de la adquisición de otros nuevos.
Esta naturaleza moldeable que tenemos los seres humanos se desarrolla en todos los ámbitos de nuestra vida, y en el caso de los maestros y profesores con mayor motivo, pues trabajamos en interacción con otros profesionales y con los alumnos. Estos últimos, a través de su comportamiento, derrochan continua información sobre su actividad de enseñanza y aprendizaje. Pero no sólo manifiestan los conocimientos y el bagaje conceptual que van adquiriendo. También nos muestran sentimientos, afectos, conflictos, logros, su experiencia vital y, por supuesto, la influencia que tienen sobre nosotros los enseñantes.
Pero siendo así, ¿por qué nos ponemos una venda en los ojos? ¿Por qué nuestra forma de enseñar ignora, a veces, que son personas, seres activos a los que hay que dar todavía la mano para seguir desarrollándose?
Estamos estudiando tres formas de entender el currículo. En primer lugar, un currículo técnico centrado en la consecución de objetivos académicos que desarrolla una metodología homogénea que no se adapta a las necesidades y expectativas de cada discente; y esta metodología va haciéndose cada vez más desfasada con los cambios sociales que se están produciendo en la actualidad. La figura del profesor bajo este enfoque es de un mero ejecutor y reproductor de la sabiduría que se ha ido forjando con el transcurrir del tiempo. Sin duda el defecto más grande que encuentro a esta forma de concebir el contexto educativo es el alarde de ciertos profesionales que parecen adquirir prestigio por el campo de conocimiento que dominan y el fracaso escolar. Interpretan de esta relación una falta de interés del alumno y se aferran a los buenos académicamente como justificación de que su forma de proceder es la correcta.
En cuanto a la figura del orientador podría decir que pone el acento en los aspectos cognitivos y en los contenidos de las áreas que aparecen en el currículo. La función del orientador es ser un instructor y un animador del aprendizaje cuyos programas de formación se centran exclusivamente en objetivos cognitivos. Desgraciadamente es el predominante en educación secundaria y su principal limitación reside en no tener en cuenta las implicaciones afectivas.
El modelo práctico es más benévolo en lo que respecta a lo anteriormente expuesto. Da un paso más allá y la figura del profesor adquiere un mayor protagonismo. Este es el encargado de proporcionar una metodología y unos contenidos más realistas y significativos desde el punto de vista de la psicología cognitiva. No importa sólo el resultado del aprendizaje sino cómo se adquiere el conocimiento.
El papel del orientador es el de construir y desarrollar significado al currículo.
Siendo sincera y admitiendo que debo a abrirme a un modelo aún más flexible, me encuentro en la ejecución de un currículo práctico. No me ciño al libro, de hecho salgo mucho de él en las áreas instrumentales; y en cuanto a la enseñanza de la música, la metodología es fruto de mi inventiva y de invertir horas en unas actividades que impliquen la continua participación del alumnado. Juego con el factor sorpresa y con el cambio, para no caer en la monotonía y, por tanto, captar su atención. También es cierto que esta asignatura facilita la innovación y la reflexión. Pero volviendo a mi labor de profesora de matemáticas y lengua, me centro en dar actividades que conecten con las ideas previas de los niños. La evaluación es continua y no me ciño a pruebas escritas, sino que también es cualitativa. Reflexiono sobre mi labor y procuro evaluarme. A veces meto la pata pero sigo y seguiré aprendiendo. A pesar de todo esto, estoy a medio camino.
Mayor ha sido la decepción conmigo misma después de la última clase con Alejandro. Estaba totalmente convencida de que conectar los nuevos conocimientos con los ya existentes era como se producía el aprendizaje y, en lo que respecta a esto último, mi labor estaba siendo acertada. Pero al estudiar a Piaget, sólo hago el primer plato de la alimentación educativa. Según Piaget la “asimilación” tiene lugar cuando los niños incorporan la nueva información a su conocimiento existente. Bajo este supuesto el alumno sigue teniendo un papel pasivo porque los contenidos, aunque relacionados, siguen siendo sumativos. Sin embargo es en la “acomodación” con la que se produce el aprendizaje ya que el niño ajusta y reestructura la información que ya posee. Así es dueño y partícipe de su propio aprendizaje. Y esa “acomodación” que la psicología cognitiva aporta, no es más que el proceso reflexivo que tiene lugar con el modelo emancipatorio. El consuelo es que al menos no desarrollo un modelo curricular técnico.
El papel del orientador se tendría que entender como una figura que proporciona respuestas a problemas y necesidades más complejas y funcionales, con conocimientos básicos y la ejecución de los mismos, y necesidades extrafuncionales, como las actitudes y comportamientos relacionados con el contexto social. Teniendo en cuenta una sociedad multicultural y multiétnica el orientador asumiría responsabilidades, planificaría su trabajo y lo desarrollaría en función de las necesidades y demandas sociales respetando las diferencias.
En general, tanto los orientadores como el profesorado, debemos ser críticos de nuestra propia actividad. La colaboración y compartir responsabilidades, necesidades y logros sería el principio a perseguir.
La maduración del texto y la dinámica que hicimos en clase al dividirnos en las tres formas de desarrollar un currículo me ha permitido hacer más accesible (conceptualmente) el tercer modelo teniendo en cuenta que en mi grupo lo estuvimos discutiendo. Aún así sigo sin verlo tangible. Aunque me quite la venda de los ojos me cuesta dar el paso. En mi caso, como supongo que el de la mayoría, es miedo a lo desconocido. El control nos da seguridad y el desconocimiento desemboca en estancamiento.
Tengo que añadir que cada vez estoy más convencida de que el modelo emancipatorio o crítico no está tan ligado a los proyectos que hasta el momento he llevado acabo en la asignatura de música a pesar de lo moldeable que es, porque han sido pequeñas innovaciones desde mi propia práctica. Me han llevado mucho tiempo y he roto con lo estandarizado. Pero, ¿dónde está la globalización que supone ese modelo? ¿Dónde está la colaboración de mis compañeros? Porque he llorado mucho, literalmente, cuando me sentía impotente y más en una disciplina tan poco valorada. Me he encontrado sola aunque nunca me he desanimado ya que veía disfrutar a los niños, que al fin y al cabo es por ellos por quienes lo hago. Por otra parte, ¿por qué tengo tanta inseguridad en hacer lo mismo en matemáticas y en lengua? Tengo mucho que mejorar. Al personal de infantil, respecto a la innovación, le ocurre lo mismo y parece una etapa educativa que se aisla, un gueto, pero creo que nadie se detiene a preguntar ¿Trabajamos juntos para mejorar el currículo y ofrecer mayor calidad de la enseñanza? El objetivo sería que el profesor, la comunidad educativa en general, diseñe unos principios para formar a futuros ciudadanos del mundo. Tal y como están organizados a día de hoy los centros de primaria y secundaria, es decir, mucho profesorado, sobrecarga curricular y, principalmente en secundaria, la pérdida de la acción tutorial, es al menos para mí una utopía. Supondría tanto cambio que hoy me parece inalcanzable aunque deseado. Eso es un primer paso.
Sí me parece factible en los CRA (centros rurales asociados) con poco alumnado y profesorado, hasta el punto de unificar en clase aún conviviendo varias edades. Otra ventaja es que como se desarrollan en pueblos con reducido número de habitantes, se conoce bien el contexto. Además se pueden derribar los muros arquitectónicos de la escuela para hacer partícipes a la comunidad educativa y crear una auténtica micro-sociedad, descendiente directa de la sociedad global en la que hallar solución a problemas.
A medida que voy atravesando por capas de este entramado curricular me siento más impotente y más inexperta. Tal vez esta sea la actitud, el inconformismo, el que conduce a los seres humanos a luchar por el cambio.

EL CURRÍCULO NACE EN GRECIA

HOY SE DESARROLLA EN ESPAÑA

DISEÑO DESARROLLO E INNOVACIÓN EN EL CURRÍCULO


A medida que he ido leyendo el texto de Fernández Sierra he recordado, a propósito de secundaria, las clases de filosofía. Encuentro un paralelismo entre las tres formas de entender el currículo con los tres filósofos más representativos de la Grecia clásica, y me explico.
El primer modelo con el que se puede interpretar el currículo es el modelo técnico, que consiste en una presentación de objetivos y metas en torno a las cuales gira la enseñanza. Es un conjunto de las explicitaciones del recorrido que de forma mecánica aplica un docente a un alumno responsable de su aprendizaje. La labor del profesor, por tanto, estriba en presentar el conocimiento que el discente ha de reproducir para ser valorado socialmente, y considero que por desgracia, este es el modelo que más abunda en la educación secundaria. Algo positivo de este enfoque es la organización, aspecto necesario para no hacer de la enseñanza un espacio para el libertinaje.
Ahora corresponde el momento de viajar a Grecia donde ya se aplicaban estos modos de ver el mundo y el conocimiento. Puesto que he comenzado con la perspectiva técnica, su equivalente griego sería Aristóteles. Este filósofo expone que el conocimiento se halla en la realidad, y que esta realidad no cambia, es estática. Como el conocimiento que expone mecánicamente un profesor cuando pretende que simplemente se transmita la cultura porque está fuera, fruto de la evolución del hombre y que las nuevas generaciones deben seguir adquiriendo para transmitirlas a otras generaciones en el futuro como si se tratase de una cadena de montaje o de PRODUCCIÓN. Aristóteles habla de ese conocimiento como “mundo sensible” y que nos rodea.
Incluso si lo relacionamos con el desarrollo del niño según Piaget, nos quedaríamos en el estadio preoperacional en el que el sujeto se adapta al medio y lo reproduce por observación sin incidir en él.
Respecto al modelo práctico, el segundo que explica Fernández Sierra, podría decir que profundiza en la tarea de enseñanza y de aprendizaje simultáneamente y no se queda con la simple transmisión del conocimiento. Este modelo incide más en la metodología y en la acción del docente sobre un currículo abierto y flexible en el cual se involucra activamente. Plantea el conocimiento como problemas útiles a los que hallarles solución, donde lo importante no es tanto el producto como el proceso del que aprender, tanto el profesor con su intervención, como el alumno en su aprendizaje. Aunque todo refleja un avance positivo en el planteamiento curricular depende mucho de los profesionales que adaptan y flexibilizan el currículo, bajo mi punto de vista, muy subjetivamente.
Su equivalencia griega sería Sócrates. Este filósofo, a parte de estar caracterizado por su dialéctica, se acerca pedagógicamente a los jóvenes a quienes quiere formar moralmente desde la utilidad.
Pero sin lugar a dudas el planteamiento más completo es el emancipatorio o crítico, en el que, a parte de implicar al docente metodológicamente para el beneficio del alumno, parte de la flexibilidad y el compromiso para facilitar una cultura, y añade una reflexión sobre la sociedad en la que se inserta el currículo. Es un modelo comprometido con el análisis de una realidad sujeta a cambios que hay que analizar objetivamente para educar dentro de la igualdad de oportunidades y la diversidad. Este modelo concede importancia al currículo oculto y la educación en valores. Supongo que heredamos de este planteamiento curricular la educación para la ciudadanía.
Metodológicamente es abierto y desarrolla distintos ámbitos del ser humano como la creatividad, la crítica y la reflexión. No se queda en lo cognitivo. Es evidente el componente social, pues es del contexto de lo que se aprende, y además contempla el afectivo, donde el alumno participa en una realidad en la que hay individuos con los que también interactuar. Al tener la referencia de la realidad social el profesor no se pierde en hacer un currículo abierto y subjetivo.
En este caso el paralelismo griego sería Platón. En primer lugar crea la academia, que fue la primera universidad organizada, lo cual implica que estaba comprometido con hacer accesible el conocimiento a los alumnos. Educaba para desarrollar la virtud del ciudadano cuya intención es la sabiduría como forma de mejorar la sociedad.
Cognitivamente vamos más allá de un planteamiento empírico para tener un pensamiento abstracto y crítico. ¿No es esta la cumbre del desarrollo cognitivo que alcanza el sujeto para Piaget?
Por tanto, ¿por qué en una etapa educativa en la que los psicólogos afirman que el sujeto posee las formas de pensamiento de un adulto, se enseña en la reproducción y mecanización, y no se incentiva el pensamiento reflexivo?
Ya hemos comentado en sucesivas ocasiones en clase, que gran parte de los profesores responsables de la educación secundaria transmiten su disciplina como ellos la aprendieron; que no contemplan una metodología adaptativa; que ignoran las necesidades de sus alumnos, del centro y de la sociedad; que no se actualizan a nuevas corrientes pedagógicas con las que innovar y experimentar en unas mentes vírgenes en las que impregnar no sólo contenidos, sino fomentar un espíritu crítico ante una realidad en la que tendrán que usar herramientas útiles para su adaptación e interacción. Todavía hay esperanza porque al menos en primaria, cada vez se innova más, cada vez hacemos del currículo un espacio sobre el que experimentar, y salen promociones de niños motivados hacia el aprendizaje. Espero que sea contagiosa esta forma de plantear el currículo como antídoto contra la apatía.
Ante este panorama se hace acuciante la necesidad de una figura, el psicopedagogo, que motive a los profesores. Pero ésta es una carga cuando esos profesores no hacen por cambiar y continúan con una rutina y un estancamiento didáctico. El psicopedagogo, aún estando comprometido con los procesos de enseñanza y aprendizaje, debe tener mucha fortaleza para enfrentarse a un claustro técnico y reproductor. Puede que termine asumiendo más responsabilidades de las que le corresponde, y que a pesar de las intenciones ese sobreesfuerzo acabe con la necesidad de una mejora urgente.
Aunque Fernández Sierra también manifiesta otro perfil del psicopedagogo que se desvincula de las aulas que se limita a hacer evaluaciones y diagnósticos mediante test, hasta el momento, en mi caso, he dado con personal de estas características al que trataba de incitar a que entrase en la clase donde demostrarle que las pautas ofrecidas no son aplicables. Además tengo que añadir que no está a jornada completa, lo que dificulta un seguimiento y una ayuda útil.
Para concluir, si al hablar del amor platónico nos referimos al mayor grado de compromiso entre dos personas, fomentemos el amor platónico por la enseñanza en los institutos, pues hasta el momento sólo muestran un estancamiento afectivo.


EL CURRICULO COMO TEXTO DE LA EXPERIENCIA, de Gimeno Sacristán

Diseño, desarrollo e innovación en el currículo

EL CUENTO RECUENTO QUE NUNCA SE ACABA

Érase una vez hace no mucho, no mucho tiempo, en una escuela llena de papeles y otros documentos, un currículo. Éste había sido creado por buenos psicólogos, pedagogos y teóricos que lo convertían,  de los hasta el momento existentes,  en el mejor. Estaba bien proporcionado, mostraba una dirección, era abierto y flexible para ser adaptado a la diversidad. Reflejaba toda una trayectoria cultural adquirida desde los albores de los tiempos y garantizaba una continuidad en las generaciones nuevas. Este currículo había sido concebido como una herramienta para el aprendizaje, como un conjunto de finalidades e intenciones respecto a unos niños, sujetos activos de su propio desarrollo.           

Por todo lo dicho hasta ahora, parecería sencillo creer que el currículo era feliz, que se sentía realizado. Pero, por el contrario, se veía a si mismo mal utilizado, le hacían sentir un mero trámite. Un conjunto de hojas sin fundamento pero, ¿por qué? Él sólo quería ser útil. Quería ayudar para que la enseñanza fuese un proceso reflexivo.           

La causa de que el currículo se sintiera tan inservible era que nadie se había parado a mirar en su interior. Se quedaban sólo con la apariencia externa cuando todos sabemos que lo que hace rico el caramelo no es el envoltorio. Como si de un único itinerario se tratase era interpretado al pie de la letra. Los profesores lo seguían como si él pudiese hacer milagros. Como si al utilizarlo el profesor, no tuviese que rendir cuenta ni justificar lo que hacía en su trabajo por el mero hecho de reproducirlo, y que dicha utilización fuese síntoma de la calidad de la enseñanza.           

El currículo, sin saber qué hacer, escuchaba de ciertos sectores de la profesión:

-          Es que los alumnos de ahora no son como los de antaño. Antes hacía lo mismo y los resultados que obtenían mis discípulos eran infinitamente mejores. Es que donde no hay mata, no hay patata”.

El currículo no tenía forma de transmitir sus pensamientos, los cuales eran muy acertado en relación a lo que pasaba. Él lo entendía  clarísimamente: “es por el hecho de que los alumnos no son como los de antaño por lo que no podemos ofrecer la enseñanza de antaño”. Además nadie valoraba ni evaluaba el proceso de enseñanza a pesar de que erróneamente se ponía el interés en dicha enseñanza. Por el contrario, el centro de atención se tendría que poner en el aprendizaje, en los niños y en el cómo, qué y  para qué se enseña y evalúa. Con lo sencillo que resultaría interpretarle como un conjunto de metas que garantizan unos contenidos mínimos con los que no adiestrar, sino desarrollar capacidades a través de una diversa y abundante metodología aportada por el docente.

Lo que más malestar le producía al currículo era ver a un alumnado apático, pasivo, que no participaba en su propio proceso de aprendizaje. Veía una escuela en la que los niños se formaban en la obligación y no en la devoción hacia el conocimiento. Eran unos alumnos hastiados.

Un día el currículo atravesó la más larga crisis existencial que cualquier persona se pueda imaginar. Se detuvo delante de un espejo y se preguntó:

-          ¿Cuál es mi misión? ¿Para qué estoy aquí si nadie me utiliza para lo que fui creado? ¿Sería más feliz en otras manos?

Dicho y hecho, como si de la magia de los cuentos se tratase, el currículo viajó a otras manos que lo emplearían en mejorar la calidad del aprendizaje de los niños. Supieron leer entre líneas, interpretarlo como un espacio abierto a la innovación desde la globalización, desde la experiencia y el conocimiento previo de los que aprenden, desde un ideal de ciudadano, desde una atención a las diferencias y desde una adaptación al ritmo y velocidad de cada participante del aprendizaje. ¡Era tan dichoso! Veía que su función estaba siendo cumplida.

Cierto día, cuando creía haber llegado al punto más álgido de satisfacción, el currículo conoció a los materiales innovadores, que desarrollaban capacidades y estrategias para que los niños fuesen responsables de sus aprendizajes, y a la que fue el amor de su vida: la motivación. El currículo y la motivación desde que se conocieron, no volvieron a separarse nunca. No era nada el uno sin el otro. Fueron tiempos muy felices, activos, reflexivos y experimentales. Del fruto de ese amor entre currículo y motivación nacieron alumnos con inquietudes, con capacidad crítica y con ganas de desarrollarse como seres activos integrantes de una sociedad plural.

Todos sabemos que tanto la desgracia como la dicha no son constantes en la vida de las personas, y el currículo, como instrumento creado por el hombre, también volvería a pasar por momentos más moderados tanto en un sentido como en otro. Ocurrió cuando se propuso realizar una prueba de evaluación de carácter externo en el nivel de 6º curso de Primaria.

El currículo daba vueltas a la cabeza a tal acontecimiento:

-          ¿Es para la evaluación de la enseñanza o del aprendizaje?

Sin duda para nuestro protagonista, la prueba era una enemiga a la relación que se había creado entre el currículo y la motivación. Dicha prueba medía por el mismo rasero a alumnos con circunstancias muy opuestas: alumnado inmigrante, alumnado con necesidades educativas especiales, alumnado de contextos socio-económicos desfavorecidos, alumnado dentro de la “normalidad” (entendiendo la palabra normal desde un amplio espectro, dada la sociedad actual)…

Los centros empezaron a competir por obtener un ranking frente a otros centros. Se animaba a que cierto alumnado se ausentara para la prueba por miedo a que la media del centro se viese perjudicada. Se entrenaba al alumnado, durante un periodo de tiempo significativo, con pruebas similares. Se competía entre los centros y, al hacer los resultados públicos, entre las familias.

La prueba en 6º, que además quiere ser aplicada a nivel estatal también en 4º, pretendía ser testigo de que los mínimos son cumplidos, pero con un planteamiento que conseguirá romper los lazos que tan estrechamente se habían confiado la motivación y el currículo.

Dada la situación, el currículo vuelve a hacerse preguntas, dudas existenciales:

 -          ¡Que bonito es soñar y filosofar sobre mis finalidades, que bonito es ponerlo en práctica con ilusión a pesar de las dificultades! ¿Allá donde yo vaya siempre habrá un “pero”?

Por eso, esto es un cuento recuento que nunca se acaba.

FIN  

TEXTO DE CONTRERAS

DISEÑO, DESARROLLO E INNOVACIÓN EN EL CURRÍCULO

El ciclo vital del currículo

Texto de José Contreras. 18-10-2007 

Entendemos el currículo como puente entre la teoría y la práctica, y desde esta premisa quiero justificar el título que he dado a esta reflexión. 

El currículo acompaña al docente a lo largo de su trayectoria profesional, y puesto que dicho docente no actúa siempre de la misma forma, esas fases por las que atraviesa en su práctica, influyen en el planteamiento y en el concepto que al currículo se le asigna:  

Concepción:           

En primer lugar las escuelas de magisterio abordan el currículo como un conjunto de objetivos, contenidos y criterios de evaluación que son los que guían la práctica docente y que hay que obedecer. El alumno universitario no puede interpretarlo como una herramienta y mucho menos como un problema porque se encuentra a mucha distancia el contenido que imparten muchos profesores de didáctica general de la práctica escolar. Es tanta la teoría que se proporciona, que la programación y la elaboración de unidades didáctica se entienden como un camino estático del cual no pueden salirse. Supongo que se infunde tanto miedo a la innovación para que no se entienda la enseñanza como algo anárquico, desorganizado y sin fundamento.

 Infancia:           

Una segunda etapa coincide con las oposiciones al cuerpo. Para iniciarnos como docentes tenemos que afrontarlas. Éstas se plantean como un conjunto de pruebas que en absoluto muestran la capacidad, habilidad y compromiso de un aspirante. Simplemente en un trámite necesario en el que nuevamente se da demasiada importancia a la teorización de un currículo que no a su funcionalidad y finalidad para la reflexión didáctica.  

Adolescencia:           

En este estadio aparecen los primeros conflictos entre teoría y práctica para formar su identidad. Surge cuando un opositor ha superado el examen de oposición. Puesto que la referencia que se ha dado del currículo es muy estática, existe pánico a “sacar los pies del tiesto” y fracasar. El currículo se interpreta como una vía o itinerario con una serie de elementos que hay que encajar como sea a un alumnado al que no se conoce lo suficiente como para plantear respuestas a los problemas que dicho alumnado tiene.

Aún más difícil resulta que en este estadio el profesor diseñe principios de actuación. Pueden surgir problemas, ser conscientes de que la metodología no se ajusta al aula e incluso auto-evaluarnos negativamente y pensar que no se tiene vocación. Esto es comprensible dado que todavía no se dispone ni de experiencia ni de un amplio abanico de recursos con los que atender la práctica docente.

Tal y como concibo el currículo en esta etapa, veo una similitud con el debate del día 16 de octubre. Criticamos mucho a las editoriales como perspectiva de un currículo como manual de instrucciones porque nos encontramos en una fase de interpretación del currículo más instrumental y realista para nuestro desempeño diario sin habernos parado a reflexionar sobre ello.

Personalmente, lo que más caló del texto en mi reflexión, fue coincidir con el autor en lo que respecta a los materiales cuando afirma que éstos no solucionan problemas si consisten en un prospecto “para que el profesor no tenga que pensar” (Contreras). Los materiales son el recurso que más cercano vemos, así como la adaptación de los mismos al alumnado por manipularlos diariamente. Critiqué los libros de texto porque no responden al qué, cuando, como y por qué aprender y evaluar, y refleja muy superficialmente la sociedad en la que se van a aplicar. También manifestamos que el currículo, como propuesta editorial, entiende la enseñanza como un proceso en el que el alumno consigue un objetivo (desde el punto de vista sólo de la enseñanza sin relacionarla con el aprendizaje) sin reparar en que la sociedad y nuestro alumnado son heterogéneos y dinámicos. Denunciamos la escasa valoración que se concede a la habilidad y profesionalidad del maestro frente a la cumplimentación de cuadernillos y papeles para la administración que nos encorseta. Puesto que me obcequé con esta fase del ciclo vital del currículo como instrumento estático, llegué a pensar que dicho currículo tiene un largo camino por recorrer hasta convertirse en un facilitador de la tarea de enseñanza-aprendizaje, y que si sigue cambiando la sociedad tan deprisa nunca llegaría a alcanzar las necesidades de la misma si éste se concibe desde la teoría y no desde la realidad.             

Pero tal y como explica Contreras, la herramienta está vinculada a un problema. 

Madurez:           

Después de entender a lo que se refería el autor con respecto al currículo como herramienta conceptual, llegamos al estadio en el que alcanza su madurez. En esta etapa somos conscientes de los problemas que tiene el alumnado, los analizamos y adecuamos a la práctica educativa. Y en esa adecuación se produce la innovación para la solución de problemas tal y como yo lo interpreto. No perdemos de vista los mínimos porque deben orientar lo que se espera que los niños aprendan para desenvolverse en esta sociedad. Disponemos ya de un material que hemos aplicado y adecuado a un contexto que forma parte de nosotros mismos. Hay quien utiliza libros de texto pero que maneja otros recursos y estrategias tanto para facilitar el aprendizaje como para enseñar a aprender. A despertar en los niños inquietudes y valores de enorme funcionalidad. A utilizar el juego, el trabajo colaborativo y el planteamiento de problemas para educar y no para entrenar. A mostrarnos como mediadores con iniciativa y compromiso en relación a unos contenidos y finalidades, y su adecuación en el día a día. A mostrarnos como personas y no como reproductores que impregnamos de nuestros valores a generación tras generación con la adaptación que nosotros también vivenciamos en nuestra cotidianeidad respecto a una sociedad cambiante.           

Por tanto, la experiencia es una condición fundamental para entender el currículo como un proyecto con finalidades que queremos alcanzar y con la que solventar los problemas que lleva consigo la educación. Y es el profesor el mediador que pone en práctica los recursos necesarios para alcanzar las dificultades que se nos plantean. Es el intérprete entre el currículo y la práctica, entre el problema y la solución, entre el fin y los medios. El maestro se sostiene en una mano del currículo y en la otra de la experimentación para hallar solución a los dilemas educativos que nos siguen de cerca. Y por supuesto, un libro jamás será un sustituto del maestro.  

Todo esto se lleva a cabo con organización y fundamentación sin caer en la anarquía. Sí nos quejamos de la burocracia que tenemos que asumir para demostrar nuestra autonomía, pero supongo que se necesitan pruebas de la calidad de nuestra labor.  

Vejez:

Existen casos en los que la práctica docente se vuelve rutinaria. Se llega a un cansancio físico y psicológico cuando (es una realidad) no hay un reconocimiento social a nuestro trabajo. Tal vez el currículo se asuma de manera más pasiva, pero se compensa con un acervo de conocimientos pedagógicos que se han adquirido con la práctica.           

Francamente llegada esta etapa, espero echar la vista atrás y sentirme satisfecha de un trabajo con dificultades a las que he hallado solución. 

FUNCIONES DEL PSICOPEDAGOGO

DISEÑO, DESARROLLO E INNOVACIÓN EN EL CURRÍCULO

Funciones del psicopedagogo

 Texto de Elena Martín. 2-10-2007                        

Después de leer el texto proporcionado por Cecilia hicimos una puesta en común centrándonos en los siguientes puntos:

1.      Función interna o externa al centro (estructura de los servicios pedagógicos). Cada centro tiene su propia política y en ocasiones se utilizan los ACNEEs para pedir más recursos y más apoyos a la administración. Si el psicopedagogo estuviese a jornada completa en el centro (interno) perdería la objetividad y la perspectiva de las necesidades del centro porque “barrería para casa”. Una persona externa lo ve con más objetividad y dado que trabaja para distintos centros, evalúa sin estar condicionado a los alumnos que verdaderamente requieren un estudio y una atención del EOEP. A veces se abusa de los alumnos tipo A para ser objeto de estudio cuando éstos se pueden ver ayudados por los refuerzos que no se practican con la calidad y la seriedad que requieren. Cuando el psicopedagogo es externo, ante una visión no tan condicionada por un centro y unos compañeros, se filtra más y actúa de embudo ante tantas peticiones.De modo opuesto, actuando como interno existen otras ventajas como pueden ser: una implicación mayor, un conocimiento más exhaustivo del centro, se hace un seguimiento más dilatado en el tiempo y podría ayudar en los proyectos educativos y en la elaboración de documentos. Lo que sí está claro es que los psicopedagogos deben estar coordinados entre sí para tener una perspectiva amplia. Otro problema es que no está claro hasta dónde llega la función de cada profesional de la educación.

2.      Redes de intervención en la escuela. Instituciones que pueden contribuir. Un ejemplo sería la participación de los centro de salud en la escuela por ciertas necesidades de determinados alumnos. Pero los centros de salud están saturados y resulta utópico que abastezcan las necesidades de los centros.Si se reciben ayudas es a partir de la iniciativa externa como en las concejalías.En lo referente a los problemas médicos, la familia es la que toma la decisión de informar o no a la tutora. En principio esa información llega al psicopedagogo que es quien da las pautas al tutor sobre cómo intervenir.En conclusión, el psicopedagogo abarca más que el centro en lo que respecta el ámbito de la salud, pues media entre el alumno, la familia y los educadores.

3.      El tiempo. Llama la atención la distancia que el psicopedagogo establece en la escuela cuyo motivo es que está limitado por el tiempo. Da unas pautas de intervención pero no entra en el aula para ser testigo de la eficacia de esas pautas. El niño cambia en su rol de alumno cuando se ve evaluado por un adulto que cuando se encuentra con su grupo de iguales.

4.      La sociedad. Los cambios que se han producido en la sociedad tiene como consecuencia nuevas demandas y necesidad de recursos. Siempre se atiende a las necesidades educativas especiales, pero existen alumnos que no están tipificados y se encuentran en terreno de nadie.Tampoco se hace nada sobre la prevención y se hace demasiado diagnóstico.