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Psicología de la infancia y de la adolescencia

¿QUÉ HACEMOS CON ESTOS NIÑOS!!!

Es compleja la adolescencia, sin embargo, a pesar de parecer excluida esta etapa del desarrollo en educación primaria, no deja de ser más que el estereotipo, cronológicamente hablando, de adolescente. Tendemos a asociar esta temible época a los 14 ó 15 años, pero parece haberse adelantado y, ya con 10-11 años, mostrar sus primeros rasgos.

He leído los casos de adolescentes y en su mayoría pertenecen a familias con un ambiente normal, salvo algún caso de progenitores separados que no tendría por qué derivar en problemas de conducta; y sin demasiadas carencias económicas. La característica que en común todos tienen es querer ser mayores antes de tiempo y, principalmente, en el caso de las niñas. Es cierto que reproducen los ejemplos que la televisión muestra de adolescente, pero los papeles los interpretan actrices mayores en edad a la de sus personajes. Sin embargo, exponemos al niño a esos programas sin un análisis de las situaciones, sin una lectura objetiva. A pesar de que no están provistos de una identidad de sí mismos definitiva porque está en proceso, les dejamos que sean analistas pasivos. Así no es de extrañar que físicamente nos llame la atención el cambio del adolescente actual respecto al de anteriores épocas.

Pero la culpa no es de la televisión, la cual no deja de tener una función para el entretenimiento. Las responsables son las circunstancias actuales dentro del núcleo familiar. Estoy de acuerdo con que los padres de hoy fueron objeto de una exigencia y una imposición de normas,  y que para sus hijos quieren más libertad de la que ellos tuvieron, pero ¿a qué precio? Los padres hacen una mala interpretación de lo que es el cariño y lo que son las necesidades reales de sus hijos. Piensan que lo acertado es regalar un móvil de última generación con la excusa de tenerles controlados o localizados. Un móvil jamás sustituirá las normas que unos padres establecen, porque son necesarias a pesar de las connotaciones negativas que tiene su significado.

La mejor herramienta es el diálogo y la confianza, y dotar a los hijos de responsabilidades realistas conformes a su edad así como proporcionar conocimientos y habilidades sociales para saber desenvolverse en su entorno y que conlleve la creación de una red de valores y principios humanos. Esto en la teoría parece muy sencillo pero el adolescente, ¿es capaz de interpretar los mensajes de sus padres, un punto de vista diferente al suyo y una percepción de esta etapa desfasada respecto a cuando ellos la vivieron como hijos?

También he de decir que en muchas ocasiones imponemos nuestro criterio basándonos en nuestras experiencias pasadas desvinculándonos de lo que ahora el adolescente está experimentando. Es decir,  estamos ante una realidad paralela pues de la misma forma que ellos tienen un pensamiento abstracto, una capacidad de empatía pero una falta de co-categorización que permita ajustar el “es” con el “podría ser” (Kegan); los adultos hacen el mismo análisis ante determinados ámbitos. Un ejemplo sería aquella situación en la que el adulto se “encabezona” con la prioridad de una acción cuando su orden no altera el producto y no existen consecuencias negativas para nadie. Actuar de esta forma supone un retroceso en el tiempo y ponerse al mismo nivel del niño sin servir como referente de persona adulta, racional y reflexiva. Es mostrar autoridad cuando tal vez la situación no la requiera, y con  la función de voz en off que recuerda al padre que es padre y no amigo. Por la experiencia que tengo como maestra, familiar, vecina… suele darse este comportamiento en padres que parten de una igualdad de roles entre padres e hijos. Si la autoridad se impone a golpe de martillo, el niño impone su punto de vista de la misma manera.

¿Y qué sucede con un cachete a su debido momento? Reconozco que esta frase la he usado con frecuencia para mostrar que no pasa nada. Que aquí estoy, y que no tengo ningún trauma severo por ello cuando ahora analizo algunas de las travesuras con las que dejé a mis padres decepcionados. Pero debe sustituirse por el diálogo, que bien practicado, resulta mucho más complejo. Aún así, hay un temor a usar un azote públicamente. Todos hemos visto a niños “montando un número” en el supermercado cuando quieren un capricho y los padres, por evitar conflictos o el finalizar tajantemente la incapacidad de razonamiento del niño y ser juzgados por los testigos de la pataleta, sucumben a sus deseos y peticiones. ¿No se tienen que producir experiencias de permanencia de un deseo frente al impulso inmediato? Este puede ser otro error que cometen los padres con sus hijos.

Otras veces se sustituye el diálogo por frases como “cuando seas mayor lo entenderás” o “cuando seas padre comerás huevos”. Dada la importancia de Vygotsky y su aportación a la enseñanza al argumentar que el niño puede aprender bajo la orientación de un adulto; ¿dónde estaría en este contexto la zona de desarrollo próximo? Los padres no tienen por qué saber psicología y por otra parte, habrá que verme a mí en el futuro; pero analizándolo fríamente, es una falta de empatía totalmente de un adulto respecto a un menor, teniendo en cuenta la carencia de visión del niño sobre las consecuencias de un hecho, o la preocupación que supone para un adulto consentir a su petición.

Nuevamente apelo al desarrollo del pensamiento y la capacidad de razonamiento del niño en oposición, en esta ocasión, a las recompensas. Frente  al “aprende a superarte día a día y por el placer de saber más” se utiliza el premio para sacar buenas notas. Me reafirmo al decir que los padres no tienen que saber psicología para educar a un hijo, pero bien que desde el sentido común emplean la teoría de Skinner. De hecho la aplican mal, lógico por otra parte,  porque ofrecen el premio antes que la acción de estudiar. Es un trato o una especie de chantaje, pues es lo mismo que decir “si no estudias mira lo que te pierdes”. Y la habituación con refuerzos así tiene el efecto contrario al que se pretende a merced de los intereses del adolescente. No me opongo a premiar una conducta positiva, pero hay que saber dosificarla y usarla sin que parezca un intercambio.

Otro aspecto es el de la confianza. Esta debe ser bidireccional pero no se trabaja partiendo de que en el periodo de adaptación de un niño en educación infantil se escucha a madres prometer a sus hijos que “hoy es el último día” o “enseguida vengo a por ti”. Luego no es de extrañar que haya niñas, principalmente, que cambian su vestuario y adornan su cara de excesivo maquillaje tras salir por la puerta.

Finalmente, el diálogo y la responsabilidad han de trabajarse de forma colaborativa en el colegio y en casa. Hemos visto con Leonor proyectos de innovación en escuelas donde el trabajo colaborativo, la toma de decisiones consensuada y aprender desde diferentes funciones o roles, favorecen la calidad de la enseñanza y del aprendizaje, pues el niño es dueño de su propio desarrollo en la vida. Sólo así aseguraremos la progresiva complejidad de la conciencia y que no se produzca un desequilibrio cuerpo (de adulto/a) y mente (que no desarrolla su identidad).

Las familias hablan de la nueva generación como si no tuvieran nada que ver con ella, en este sentido habría que recordar que la virtud de los padres es su gran dote.

EL SER SOCIAL

            El texto extraído del libro “Adolescencia y paternidad” sin duda es aleccionador y resulta muy cercano por los ejemplos que muestra, pues de una forma u otra los hemos protagonizado todos alguna vez. En la reflexión he querido mostrar mi punto de vista desde tres perspectivas. En primer lugar el ámbito social del ser humano. En segundo lugar la vida en pareja, y finalmente lo que respecta a la educación de un hijo; aspecto que habremos de tener en cuenta como educadores.           

Nadie discute que somos seres sociales, que aprendemos los unos de los otros y que el conflicto es inherente al ser humano. Respecto a la conducta social, ya en la etapa de educación infantil se educa para crear una conciencia del grupo, manifestando que responder a las necesidades individuales no es incompatible con las necesidades del resto. Ha existido siempre una tendencia a evitar el conflicto en vez de abordarlo y aprender de él para crear herramientas sociales y un nivel de autoconciencia que se adapte a las circunstancias.

El medio envía constantemente información para que el individuo acomode su conducta y sus esquemas mentales que influyen en el comportamiento social. Estamos habituados a procesar información que viene del exterior, y el exterior no lo constituyen sólo los objetos sino la relación con los demás. La diferencia que existe entre los objetos y la información social, aunque los procesos que actúan son los mismos, es que mientras la realidad inerte puede ser predecible, las personas a las que percibimos también acomodan y asimilan el mundo y por tanto, inciden sobre él. El dicho “Dios los cría y ellos se juntan” deja de tener ese carácter aleatorio de encontrar medias naranjas para ser, sencillamente, la semejante forma de interpretar lo que nos rodea.

Siguiendo con el ámbito social del ser humano, un aspecto que todavía no he citado es el concerniente a los roles sociales. El ser humano es un núcleo integrador de roles sociales (padres, hijos, esposos/as…). Cada rol influye en nuestro carácter, por tanto, a mayor coherencia entre los diferentes roles mayor estabilidad en el comportamiento, dando lugar a una personalidad más firme, ya sea en lo positivo como en lo negativo.

Consecuencia de la armonía entre los diferentes roles reflejados en los contextos en los que actúa una persona, y la influencia del ambiente en el desarrollo, hay teorías como la de VygotsKy que se interpretan como reversibles, es decir, somos moldeados por el ambiente y esto tiene ventajas desde el punto de vista clínico. Pero si el medio, desde todos los ámbitos (familia, amigos, entorno laboral…) te devuelve la misma información, es más costoso modificar el comportamiento. De ahí que ante determinados problemas de integración se tienda a huir tratando de borrar las huellas que tan fijamente han tallado los demás en el ser humano como ser social.

Desde las interpretaciones mutuas se puede ver la influencia de los demás en la percepción de nosotros mismos. Tanto es así que tras el discurrir de los años nos vemos más jóvenes a nosotros mismos que a desconocidos de la misma edad, porque con quienes nos relacionamos forman parte de nuestra vida, del pasado, y la interpretación recíproca parece haber quedado anclada en “aquellos maravillosos años”.

Después de haber expuesto las relaciones en general, abordaré la pareja como un nivel más concreto de interacción.

En la relación de pareja la dependencia es una losa que anula la personalidad de quien la practica. La confianza de verse bajo el amparo del otro crea un bienestar que, a largo plazo y practicado con frecuencia, desprovee a la persona de su capacidad de interactuar, así como de aprender para y con la vida. Es como si se desaprendiese generando desconfianza en uno mismo, una fase desde la teoría de Erikson más que superada cronológicamente en la adultez (en principio).

El síntoma de una relación saludable no es la ausencia de conflicto, sino la forma de abordarlo. Estar siempre de acuerdo es fruto de que uno de los dos ha abandonado su punto de vista para pensar desde la otra persona.

Siguiendo con la vida en pareja, en lo que respecta a compartir tiempo como aspecto esencial para la convivencia, existe una “tópico??? sobre la cantidad de divorcios que se producen tras las vacaciones, precisamente por aumentar el tiempo de exposición mutua en comparación al resto del año. No sé si es cierto. Tal vez sea un rumor o una tontería que como gracia se manifiesta para dar pie a la solidaridad entre los del mismo género para criticar a los del opuesto. He sido testigo de personas que aprovechan cuando no están con sus parejas para criticarles, y curiosamente, surge una competitividad para mostrar públicamente quién es el/la que procede de la peor forma. El objetivo es el autoensalzamiento a costa de degradar al compañero/a.

Por otra parte, el hecho de minimizar otras actividades en beneficio de la pareja es algo relativo. Si uno consiente y apoya dependientemente al dominante a costa de la individualidad, no tiene por qué ser perjudicial para la relación; en todo caso va en detrimento de uno de los dos. Se podría reducir a “dos no discuten si uno no quiere”, lo que no implica que sea malo discutir o bueno no discutir.

En lo que continúa me centraré en la educación de un hijo y en los niveles de conciencia que hasta ahora no he mencionado.Coincido con el autor en lo que respecta a las connotaciones negativas de palabras como “poder, autoridad y control”, que sin embargo son importantes para la educación de un hijo. Esta forma de proceder como padres es la que propicia seguridad en el niño, que no está desarrollado socialmente por no tener tantas experiencias. Si por el contrario es el niño quien manda en casa, esa seguridad se desvanece porque en sí el menor está carente de dicha seguridad por “no estar hecho”, con perdón de la expresión y considerando ¿terminamos alguna vez de hacernos teniendo en cuenta la constante interacción a la que estamos expuestos?

Hoy en día hay una tendencia errónea, por lo que veo en mis alumnos, y una mala forma de proceder desde la consideración de que los padres son amigos de los hijos. Unos padres son unos padres, y los amigos ya se encarga el niño de descubrirlos. Si partimos de una permisibilidad educativa sólo se aprende a exigir, incluso el bebé. Me ha hecho gracia un anuncio actual cuya canción es “todos queremos más”, y entre varios actores sale un niño que demanda más comida a pesar de estar saciado. Si lo que pedimos lo conseguimos no nos cansaremos de ganar más de lo que necesitamos.

No podemos acelerar la responsabilidad de un hijo, aunque hay culturas como la estadounidense, en las que se promueve la emancipación temprana si la comparamos con España. Actuar así puede crear la autoimagen de ser adulto cuando todavía no se es, y se puedan producir circunstancias como un embarazo no deseado de los que cada vez se dan más casos, “que no por mucho madrugar amanece más temprano”.

Cada cosa a su tiempo. Pensar así me ha repercutido negativamente cuando he informado a algunas familias sobre lo prematuro de un noviazgo con 11 años y la respuesta ha sido que ellos, los padres, también se enamoraron muy jóvenes. Pero la sociedad cambia y no parece que seamos conscientes de ello. El nivel de exigencia aumenta, la competitividad está latente y si acostumbramos a nuestro hijo a la no exigencia no le estamos dando herramientas para esa adaptación.

Me ha gustado el ejemplo de la relación de Alicia y Ana para entender los grados de conciencia y cómo variamos nuestros principios en función del contexto en el que se apliquen. En el caso antes citado, el 4º orden de conciencia supone modificar unos principios en pro de fortalecer las relaciones humanas. Somos capaces de crear unas expectativas sobre lo que supondrían algunos comportamientos y, por tanto, modificar dichos principios para que las expectativas no se cumplan, sobre todo si tienen consecuencias negativas. Alicia miente u omite información a su hija para evitar perjudicar a ésta con respuestas inoportunas o deteriorar la relación que hay entre ambas. Aunque considero que hay situaciones en las que la respuesta que se requiere es tan inmediata que no podemos detenernos a analizar los pros y contras; y el camino que se toma es de la autoprotección.

Inconscientemente abrimos las puertas a mecanismos de defensa aunque suponga, por ejemplo, mentir. Estos comportamientos, supongo, que son remanentes del egocentrismo que tuvimos en un periodo de nuestro desarrollo, el preoperacional, pero llevado a un nivel mucho más complejo influido por el aprendizaje social y las consecuencias que éste tiene sobre nosotros. O tal vez no se trate de un remanente sino que pueda explicarse a través del psicoanálisis de Freud, del limite entre nuestras preferencias y los valores o relaciones sociales. Este mecanismo de autoprotección no tiene por qué tener consecuencias positivas, de hecho, si “metemos la pata” nos preguntamos “por qué hice lo que hice” cuando somos testigos del desenlace de nuestros comportamientos.

Tener cuatro órdenes de conciencia implica dar respuestas coherentes a problemas. Las expectativas y el aprendizaje de situaciones concretas hace que las relaciones entre nuestras abstracciones estén en sintonía, porque obtener una solución ante determinados contextos, genera rapidez de respuesta y la seguridad de conseguir el objetivo. Sin embargo, en nuevas circunstancias podemos acertar o errar.

Aún así los 4 órdenes de conciencia suponen un análisis minucioso de nosotros mismos, los demás y nuestros ideales que nos reafirmarán cuando las circunstancias son conocidas. Ante nuevas experiencias, los procesos psicológicos básicos en el procesamiento de la información acaparan más información que la reflexión social.

Es empleada la frase “piensa antes de actuar”, pero la inmediatez se rige prioritaria al pensamiento. Siguiendo con el símil que hace el texto sobre la transmisión automática y sincrónica, la persona acostumbrada a reflexionar se adaptará más al contexto porque habrá generado más mecanismos para intervenir que aquella que obra instintiva o cómodamente.

El conocimiento que tenemos de la realidad social está asentado como el que tenemos sobre la suma, pero mientras la suma es un procedimiento que no cambia, la realidad social está en continua transformación y, sin embargo, la construimos como algo estático. Así ocurre cuando hacemos atribuciones causales como ver en un anuncio de dentífrico a un actor con bata blanca y pensamos que es un dentista porque nos dejamos llevar por heurísticos.

También se relaciona con la inmediatez la educación que muchos padres están brindando a sus hijos porque se culpabilizan de no atenderles suficientemente. Pasan mucho tiempo fuera de casa y esto les crea tanto malestar, que al llegar optan por consentir todos los caprichos. Este sentimiento de autocastigo rápidamente es captado por los niños que no dudarán en utilizarlo para conseguir sus propósitos.

Estos padres no se detienen a analizar la falsa imagen de la realidad que están mostrando a una mente todavía virgen de experiencias sociales. Priorizan la autocomplacencia y sentirse queridos por sus hijos (ni el tercer orden de conciencia) que analizar la realidad fríamente y mostrarles el afecto con más atención. De ahí que esté de acuerdo con Miller en que hay un niño dentro de un adulto. De seguir en esta línea, si los padres tienen un niño dentro aún habiendo tenido una infancia normal, los padres del futuro tendrán una guardería.

 Aunque parezca una burla realmente es algo que me preocupa por lo que veo cada día en la escuela: defensa incondicional del niño haga lo que haga, descalificación y desprestigio del docente… Es aquí donde entra la educación para la ciudadanía. O al menos tengo esperanzas en ella. Tal vez este tipo de enseñanza se convierta en otro orden de conciencia.

EL APEGO Y PIAGET SE DAN LA MANO

Aunque la teoría del apego y la teoría de Piaget dan explicación a dos ámbitos diferentes de la persona, no debemos olvidar que no estamos hechos de piezas sino que somos un todo que integra lo intelectual, lo social y lo afectivo y, por tanto, el apego.

Los niños necesitan una relación cercana y continuada tal y como manifiesta Bowlby pero considero que esto se debe no sólo a que no ha desarrollado las suficientes estrategias sociales sino a que todavía no está preparado cognitivamente para almacenar y estructurar la información que le llega del exterior. Me refiero a la información social.

El niño siente un gran apego hacia su madre que es quien le proporciona la mayor parte de los cuidados que necesita el bebé. En el estadio sensoriomotriz el niño explora el medio a través de los sentidos. Medio que en los primeros meses es muy reducido pues las acciones del neonato son alimentarse mediante el reflejo de succión y dormir. Conforme su memoria y sus sentidos  se perfeccionan se va produciendo aprendizaje o condicionamiento clásico, pues comienza a relacionar quién le proporciona el alimento o mejor dicho, quién le mitiga el hambre, quién se preocupa de su bienestar físico y quién le aporta el afecto que necesita.

Cuando la vista se equipara a la del adulto el niño identifica a su madre. La memoria icónica le permite asociar y reconocer su entorno social más inmediato; su familia. Por tanto, si su desarrollo cognitivo se perfecciona, su relación con el mundo se amplía  y, bajo mi punto de vista, la figura principal sigue siendo la madre sin embargo, el niño siente apego hacia otras personas aunque a otro nivel de intensidad.

Llegado este punto me hago la siguiente pregunta. Si el pilar fundamental para un niño o niña en la primera infancia es la madre, ¿por qué Freud habla del complejo de Edipo para los dos géneros? En ambos casos, tanto en niños como en niñas, la comida ha sido proporcionada por la madre y esto la convierte en la mayor fuente de apego. A partir de este supuesto entiendo que el niño no quiera compartir a su madre con nadie, pero en el caso de la niña no entiendo por qué es el padre la figura por la que se genera el conflicto afectivo.

Si seguimos de la mano de Piaget llegamos al estadio preoperacional. El niño ha ido integrando el mundo en su mente, y su capacidad cognitiva condiciona la forma en la que lo percibe. Como vimos en el video el niño confunde conceptos como cantidad,  tamaño, volumen… así identifica iguales dos vasos de la misma capacidad con el mismo volumen de agua, sin embargo, al observar que el contenido de uno de ellos se cambia a un recipiente más alto le hace entender que éste último posee mayor cantidad de agua. Estos errores en la percepción de la realidad inerte supongo que serán mayores en el ámbito social por ser mucho más complejo y variable.

El niño se distingue del mundo, y el desarrollo motor y la autonomía le han ayudado a adquirir esta capacidad sin la cual el ser humano sería un caos por no discriminar los estímulos externos de los propios. Sus relaciones sociales son más numerosas, y los ambientes en los que interacciona también son más variados, lo que le condiciona en el ámbito afectivo y más concretamente en el apego. En mi opinión, si no es capaz de distinguir la capacidad de los vasos no es capaz de querer a varias personas simultáneamente si ambas están en el mismo contexto. En la familia su figura referencial sigue siendo la madre, y cuando ésta se ausenta o reprende al niño por alguna conducta su afecto lo traslada a su padre. En situaciones así el niño protesta y manifiesta que no quiere a la persona que impide su forma de actuación. Si la madre y el padre no se mantienen firmes y unidos en las decisiones que toman respecto al hijo, éste aprende a usar el chantaje emocional para obtener sus objetivos. Sólo tenemos que ver “Supernanny” para comprobar que así sucede.

En la escuela el niño rivaliza con sus compañeros por un juguete y por la atención de la profesora porque no sabe lo que es compartir. Es incapaz de ponerse en el lugar del otro, y el egocentrismo adquiere en este momento uno de los puntos más álgidos del desarrollo de una persona. El niño tampoco entiende la reversibilidad o que algunas acciones tienen consecuencias. Por esto y por algunos malos hábitos adquiridos en casa, hay niños que sufren un gran trauma en su periodo de adaptación a la escuela si las relaciones sociales se han limitado a su madre y a poca más gente. Errores como la sobreprotección suponen un costoso trabajo por parte del niño y por parte del profesional que trabaja para que el niño se integre.

Con la adquisición de otras capacidades cognitivas y las habilidades que despierta en el sujeto, Piaget presenta otro momento de vital importancia al que denomina estadio de las operaciones concretas. El niño aplica sus esquemas mentales y reestructura su mente continuamente por la cantidad de información que recibe del exterior. Del mismo modo ocurre con el apego, pues el ámbito cognitivo y social caminan juntos a lo largo del ciclo vital. El entorno le proporciona estímulos para su desarrollo intelectual, y el intelecto le permite que los estímulos puedan ser interpretados. Quién fue primero, si el huevo o la gallina no es un acertijo que podamos incluir en la teoría piagetiana pues, metafóricamente, están estrechamente unidos.

En este estadio el niño es más autónomo y explora el medio adquiriendo conocimientos y autogestionándolos a través de la manipulación directa. Interpretando los problemas del área de matemáticas, el niño necesita ejemplos concretos y una capacidad de comprensión de enunciados que requieren mucho vocabulario. Si es así, no entiendo por qué en la escuela nos empeñamos en exigir la resolución de problemas después de comprobar que la mayor parte de los alumnos los han ejecutado mal y es necesario un gran esfuerzo de traducción de todos los datos en ejemplos sencillos. Los niños parten de lo concreto aunque su pensamiento ya es reversible y descentralizado. A pesar de que la intención de Piaget era explicar el desarrollo cognitivo, su teoría ha tenido y sigue teniendo enormes repercusiones para el aprendizaje.

En lo que respecta al apego, en esta etapa es más complejo y no tan centralizado al igual que el ámbito cognitivo. Entiende que puede querer a varias personas a la vez aun no estado presentes, y éstas a su vez son queridas por otras. En el grupo de iguales no quiere a la profesora para él/ella solo/a sino que entiende que hay otros compañeros que también necesitan su ayuda. Alguna vez hay que recordárselo, de todas formas, cuando no respetan los turnos de palabra y requieren la atención del docente para ellos. Si esto se trabajase desde casa tendríamos mucho camino conseguido en lo que se refiere al apego hacia el profesor.

El apego que experimentan los niños en primaria es diferente según el género. El año pasado en psicología social estudiamos el conflicto y la resolución del mismo. Los niños son más violentos entre ellos pero los enfados les duran poco y los solucionan rápidamente. El apego se siente hacia todos por igual aunque siempre hay líderes. En el caso de las niñas, los conflictos se resuelven de una forma más pacífica y tienen más estrategias sociales por el estereotipo de juegos que se siguen practicando. Pero por lo que veo cada día en el recreo, el apego entre ellas es más intenso y exclusivo (centralizado como en un estadio anterior). Suele haber grupos más reducidos, 3 ó 4 niñas, en las que suele ser una de ellas dominante. El resto compite por ganar la amistad de la que lidera. Es frecuente la frase “me ha dejado en plantón”.  No sé si se puede generalizar, pero estas situaciones son bastante frecuentes en mi centro y fueron en mi infancia.

Finalmente en el último tramo, el de las operaciones formales, el sujeto posee un pensamiento más abstracto. Es capaz de deducir utilizando la lógica sin que sea necesario manipular para hallar el resultado.

En lo relacionado con el apego, el adolescente posee un abanico amplio de relaciones sociales y un orden de intensidad afectiva con cada una de ellas. El apego ahora se centra más en los amigos ya que estos le permiten explorar la identidad de sí mismo sin las limitaciones, unas veces pertinentes y otras no, de sus padres. Como su pensamiento es abstracto puede empatizar con las personas y es capaz de ponerse en el punto de vista del otro.

Las bases que se hayan asentado, principalmente en el núcleo familiar y luego en su escolarización, serán fundamentales en una etapa llena de conflicto e inseguridades. Haber tenido unos padres muy protectores que reprimen al niño de experimentar puede producir un apego ambivalente o evitativo. Existe una confusión en algunos padres que piensan que quieren más a sus hijos por no permitir que se caigan o se ensucien. Cuando así ocurre, les regañan o se asustan ante la caída,  generando en el niño angustia. Los niños tienen que caerse y levantarse por sí mismos. Si el adulto exagera ante algo tan insignificante, el niño; futuro adulto, se encuentra desprovisto de estrategias para salir de un problema más relevante. Si se le resta importancia a dicha caída el niño interpreta el mundo como algo más sencillo de lo que él puede tomar partido. Se garantizará en este contexto como con otras conductas, un apego seguro en el sujeto; aunque cada clasificación de apego, no teórica sino aplicada, tenga rasgos de otras. (Después de practicarme el test no sé dentro de qué tiología estoy).

Muchas son las madres que se presentan preocupadas al finalizar primaria por el paso de sus hijos al instituto. Esta preocupación, al igual que con la simple caída, genera inseguridad en el adolescente y en la mayoría de los casos se produce la profecía autocumplida. Las expectativas que tienen del instituto se confirman porque su miedo es transmitido al que, al fin y al cabo, pasa por ese tramo educativo.

Para terminar y a modo de conclusión, Piaget también tiene algo que decir en cuanto al apego y que haya centrado sus estudios en la infancia y la adolescencia no es más que un síntoma de que estas etapas tienen una importancia crucial para nuestra vida adulta. Ocurre con la cognición y ocurre con el apego pues se dan la mano y determinan nuestra forma de seguir desarrollándonos salvo que el destino nos haga cambiar.

MIEDO AL CAMBIO

Hemos visto en la clase pasada el apego, y a través de la dinámica, experimentándolo in situ separándonos de nuestro grupo de amigos y nuestro vínculo afectivo en clase, nos mostramos con otras personas con las que no solemos tener relación. Para unos ha sido una experiencia más para reflexionar con gente a la que se conoce de vista, y para otros ha sido una situación “incómoda” según el carácter, la timidez y la introversión que tenga.

Está claro que en psicología el apego se refiere a la dependencia de un niño con sus padres. Como otros procesos que se van desarrollando a lo largo del ciclo vital de una persona, el apego crece con nosotros. En la infancia la referencia son los progenitores. En la edad escolar el apego se dirige a la familia y a los profesores/as. En la adolescencia el apego está más dirigido al grupo de iguales, y en la adultez será compartido aunque jerarquizado, o al menos yo lo entiendo así. Supongo que esta etapa se podría ilustrar como una serie de círculos concéntricos en los que están las personas hacia las que existe afecto. El hecho de que existan es lo que determina nuestra estabilidad emocional y nuestra seguridad como seres sociales que somos.

A pesar de que el apego está dirigido hacia las personas lo que sí creo evidente es que también se extrapola a nuestra cotidianidad y nuestro funcionamiento en relación con el mundo. También en clase hemos estudiado a Piaget y los procesos de asimilación y acomodación. Cuando acomodamos un esquema, a través de la repetición se asimila. Por tanto, habremos creado un vínculo y un grado de seguridad con la nueva adquisición. Esta seguridad deriva en cierto apego. ¿No nos gusta más una canción que hemos escuchado mil veces que la que hemos escuchado una vez? ¿No disfrutamos repasando una lección que ya nos sabemos que otra que tenemos que comenzar a aprender?  De esto se desprende que la repetición y la frecuencia de exposición determinan el apego que sentimos hacia los seres y hacia los objetos. En consecuencia condicionará nuestro comportamiento.

Recuerdo del año pasado la clase de psicología social. Aprendimos la conducta de ayuda y el altruismo. Mis ideas previas al respecto eran que por lo general se ayuda a todo aquel que lo necesita siempre que esté en nuestras manos la solución. Pero hubo un aspecto que me llamó mucho la atención; es más probable que ayudemos a un conocido que a un desconocido aunque la ayuda sea la misma para ambos casos. De darse la circunstancia de prestar esa ayuda  cuando ambos la necesitan en el mismo momento nos decantamos por el conocido.La semejanza también es un factor, porque se repiten rasgos de esa persona en uno mismo. Se tiende a ayudar a un extraño que es del mismo país que si es extraño extranjero. Esto me preocupó porque demuestra que somos muy simples en nuestro proceder y somos manipulados por los estereotipos.Tenemos preferencia por ir a sitios conocidos que ir a investigar otros nuevos aun teniendo la certeza de que son mejores. Seguimos una trayectoria para ir a un sitio y no variamos el camino para explorar su atractivo.

En nuestra labor profesional también estamos muy encorsetados y desarrollamos una metodología efectiva hasta el momento resistiéndonos a innovar y adaptarnos a los cambios que se vienen produciendo en nuestra sociedad.Hasta nuestro refranero contempla que el apego se produce por repetición y reiteración de un estímulo, ya sean personas u otros aspectos de nuestro proceder en el mundo. Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer.

Aunque  existen distintos tipos de apegos, en el caso del apego seguro está clara la preferencia por lo cercano, lo más habitual. Pero los niños evasivos lloran ante la ausencia del conocido; los niños rebeldes, de la misma forma que dañan al conocido, se aferran a él; y los niños desorganizados son el mismo caso que el de las mujeres maltratadas que también se mencionó en la pasada sesión y con lo que estoy totalmente de acuerdo. Estas mujeres son dependientes de sus parejas a pesar de generarles daño físico y psicológico porque creen que no encontrarán algo mejor. Tienen miedo a romper ese vínculo por miedo a lo desconocido. Se resignan a su destino. Es duro pero cierto.

En conclusión, el apego sigue un patrón que es la repetición y nuestros miedos e inseguridades, en unos casos más que en otros, se producen por el apego. Quizá éste sea una clara evidencia de que el ser humano es imperfecto y que no somos tan originales como creemos porque nos parecemos en muchos comportamientos. Siendo ahora consciente de esto, trataré de vencer miedos o al menos desvincularme algo de ellos.

BIENVENIDO A LA REPÚBLICA INDEPENDIENTE DE LA VIDA

PSICOLOGÍA DE LA INFANCIA Y DE LA ADOLESCENCIA

Quisiera justificar el título que he dado a mi reflexión:
Tener un hijo es un cambio muy trascendental para unos padres, principalmente si son primerizos. Esta inexperiencia supone 9 meses de preparación y concienciación llevada a la práctica, es decir, los temas de conversación giran en torno a la paternidad; se atiende a los consejos y vivencias de unos padres; se compran revistas que versan sobre el tema y que aportan conocimiento desde el punto de vista pediátrico y psicológico. Estas revistas presentan información del desarrollo del feto y el primer año de vida, por ser la etapa sobre la que se asientan progresos en el futuro, de una forma objetiva y rigurosa al haber sido consecuencia del método científico; de de estudiar muestras grandes; de analizar al niño cualitativamente, desde la perspectiva ecológica, y cuantitativamente. Pero después de leer los textos me planteo algunas cuestiones.
¿Hasta que punto son ciertas las afirmaciones que estos estudios plantean? ¿Atribuimos características de un ser maduro a uno inmaduro?
Respecto a la primera cuestión, evidentemente no voy a poner en duda los estudios sobre la cantidad de hormonas que se segregan en el bebé durante el parto, ni el desarrollo cerebral, ni los reflejos que son explícitamente manifestados por el recién nacido, de hecho, respecto a este último aspecto he aprovechado que unos amigos tienen un bebé para poner en práctica lo aprendido. Sin lugar a dudas soy una inexperta en lo que se refiere a tener un hijo y por supuesto, no puedo poner en tela de juicio lo que psicólogos y médicos llevan investigando y estudiando décadas.
Sin embargo, hay ciertos aspectos más subjetivos en el desarrollo del niño. Me ha llamado la atención la escala de evaluación Brazelton que se realiza al día o día y medio después del alumbramiento, sobre todo los ítems sobre la respuesta al estímulo visual y auditivo, la respuesta al estímulo visual animado o los intentos por auto controlarse.
El primer y segundo ítems se corresponden con la coordinación intersensorial. El manual explica que la evaluación se ha investigado con bebés de 4 meses y que las formas exploratorias de percepción se realizan durante el primer año y principalmente a partir de los 6 meses. Los recién nacidos poseen escasas conexiones neuronales, por eso me cuesta entender que en esa evaluación (Brazelton) se estudie la reacción del bebé ante los estímulos visuales, y visuales y auditivos. Además la visión que tienen los niños en los primeros días tienen una proporción de 20/600. Ni siquiera fijan la mirada, de la misma forma que tampoco tienen el color de ojos definido. Me cuesta creer que su retina capte estímulos visuales por rudimentarios que sean.
Por otro lado, el ítem referido a la capacidad de auto control me parece una interpretación de un adulto sobre una criatura tan indefensa como somos los seres humanos al nacer. Es como si viésemos lo que queremos ver. Este hecho también se da en los padres que toman al pie de la letra las estimaciones generalizadas de las revistas, y las aplican, casi siempre con una comparación positiva, para decir que su hijo es más listo que los demás porque sonríe cuando tal vez se trate de una mueca, y es especialmente sobrevalorado si nos referimos a los primeros momento de vida. Lo comentan también en el vídeo en el momento en el que el padre muestra la lengua al neonato y este lo repite como un intento de comunicación consciente e intencional.
Bajo mi punto de vista me parecen percepciones muy subjetivas. Es personalmente más realista la evaluación Apgar.
También se afirma que las primeras interacciones entre madre e hijo son importantes para el bebé. Considero que también se exagera en este sentido. En algunos casos, la madre durante el alumbramiento experimenta tanto dolor que cuando le muestran a su hijo lo rechaza porque sufre una depresión postparto. También puede suceder que haya complicaciones y se produzca áccreta, que sucede cuando no se expulsa la placenta y se requiere intervención quirúrgica para evitar que la madre se pueda desangrar. Si estas madres han leído revistas como a las que me he referido anteriormente y las toma al pie de la letra, puede manifestar sentimientos de culpabilidad que no favorecen el despliegue de energía que necesitan en las primeras semanas.
También me ha resultado curioso que se planteen si el padre es el mejor entrenador durante el parto porque el hombre, ante las técnicas de respiración, pueda sentirse avergonzado. Me parece una concepción muy sexista. La decisión no está tan centrada en la vergüenza como en verse preparado para ayudar durante el parto.
Otro aspecto que me gustaría exponer es la tendencia en los países desarrollados a estimular precozmente a los niños en habilidades motoras, y otras e general, antes de lo que les corresponde. Cada progreso necesita un tiempo de maduración, y el aeróbic no contribuye a una aceleración del desarrollo. Se convierte en una obsesión la estimulación temprana y se compite entre las familias por los logros. Antes no existía tanta información y nos desarrollábamos. En absoluto me parece mal que haya información pero debemos tener un espíritu crítico ante ésta. No hay que seguir los consejos al pie de la letra porque lo que es bueno para un niño tal vez no sea tan válido para otro. Lo mismo sucede con los consejos de familiares o padres que han pasado por lo mismo, sobre lo cual estuvimos debatiendo la pasada sesión. Tenemos que aprender, dedicar tiempo a este proceso y llenarnos de sentido común.
El día que tenga que enfrentarme a la maternidad intentaré hacerlo lo mejor que pueda. Aprenderé de manuales como este y adaptaré lo aprendido a las circunstancias. De ahí que sea la república independiente de la vida.

FRESAS SALVAJES

PSICOLOGÍA DE LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA

¡PASAJEROS AL TREN! Fresas salvajes (Ingmar Bergman)

Se suele utilizar la metáfora “coger el tren” para referirnos a la vida de las personas, “no pierdas el tren” a las oportunidades que dicha vida te brinda y “subirte o no hacerlo” a la toma de decisiones.

El caso de Isak Borg y el trayecto que realiza en coche es nuevamente una metáfora de un viaje, en este caso hacia el pasado con el que resuelve dudas de su existencia actual.

Aunque hay otros personajes en los que analizar fases (Erikson), me quiero centrar en Borg por integrar varias fases.

El personaje principal es descrito como un cascarrabias egocéntrico y maniático al que le sobra la gente desde las buenas maneras y la cortesía. ¿Cuál es el origen?

El origen es una madre fría y distante que tiene falta de apego, de hecho en la visita que Borg le hace, muestra lo poco afectivo que es el personaje. Llega a decir que “siente frío en la tripa” y tal y como lo interpreto es como si nunca se hubiese sentido madre.Otro aspecto que el doctor Borg hereda de su madre es utilizar el dinero y el interés de los demás hacia él, como justificación a la falta de visitas y otras demostraciones de cariño. Esto mismo aparece en Isak Borg cuando recuerda a su nuera la deuda que Evald tiene todavía con él “los negocios son los negocios… soy una persona con principios”.

Pero al margen de una fachada caracterizada por la altanería y la arrogancia, es una persona insegura en el terreno social que parece no haber superado que el amor de su vida, Sara, le rechazase por su descarado hermano Sigfrid. El tren que tuvo que coger en ese entonces, fase de intimidad/aislamiento (Erikson), salió sin él obligándole a coger otro de consolación. La tirita a tal herida sentimental es su éxito académico, su posición económica y social, y la superioridad con la que se comporta en la única faceta de su vida a la cual ha entregado su mayor tiempo a costa de todo lo demás.

Cuando aparecen los tres jóvenes, (identidad frente a confusión de identidad), vuelve a encontrarse con una situación parecida a la que experimentó cuando “su” Sara decidía entre los dos hermanos: el descortés Sigfrid o el brillante pero distante Isak. El anciano parece regocijarse cuando Sara manifiesta que uno de los jóvenes, Víctor, ganará más dinero que su oponente “llegará lejos…” Existe un paralelismo entre ese joven e Isak, pero en esta ocasión Sara parece decantarse por el pretendiente brillante, por lo que Isak sería triunfador en su conciencia.

El haberse aferrado tanto a su vida profesional se muestra en la primera escena de su infancia en la casa de verano. En el sueño Isak llama a Sara y ésta no contesta como si se hubieran invertido los papeles entre lo que pasó realmente, ya que Sara, su mujer, su hijo, se sintieron abandonados por él; y en el sueño es él el ignorado.

En la escena matrimonial de Sigfrid y Sara,( intimidad frente a aislamiento), añora lo que podía haber sido su vida (zarpó el tren). La comparación con Jesucristo, que Erikson interpreta de la escena en el texto, es una metáfora sobre el sacrificio de si mismo para si mismo. Sacrificio del que se siente arrepentido por no haber luchado por ese amor.

¿Por qué se llama “Fresas salvajes”? La escena cumbre, la joven Sara recogiendo fresas y su idilio con Sigfrid, marca una etapa no superada del protagonista. Después de haber asimilado el error de su vida, dejar escapar a Sara, no quiere su inconsciente auto-reconocer ese error y por eso en el sueño se diagnostica “culpable de culpabilidad”. Hay un mar de contradicciones en un personaje atormentado que sigue refugiándose en su exitosa carrera. En el examen se ve a si mismo fracasando en lo que más ha dominado: el microscopio, el deber de un médico y el diagnóstico de una paciente.

Se da cuenta de que no quiere que su hijo cometa los mismos errores que él y quiere hacer algo por ayudar (laboriosidad frente a estancamiento). La visita, un mes atrás, de Marianne fue un intento de ésta para que el doctor Borg mediase entre el matrimonio (intimidad frente a aislamiento), y éste, en vez de actuar como un padre que no quiere ver fracasar a su hijo como él, ignora el problema y como solución ofrece “un curandero o un pastor”.

El viaje en coche, otro tren al que subir, le enfrenta a la fase integridad frente a desesperanza. El camino a Lund es un análisis reflexivo de su vida, afronta las decisiones y errores que cometió y se reconcilia con Sara, “eres el hombre al que amo, hoy, mañana y siempre”. Regresa a un tren anterior (laboriosidad frente a estancamiento) para hacer algo por su hijo y su matrimonio. No quiere lo mismo para Evald e intenta un acercamiento a pesar de la gran distancia entre padre e hijo. No quiere que la historia se repita: una educación estricta, una familia poco afectiva, un amor no correspondido, la posibilidad de tener hijos y un trabajo absorbente en el que cobijarse.

El diálogo entre padre e hijo no fluye con facilidad pero se alegra al ver que las aguas van a su cauce, Evald y Marianne continúan juntos. El resultado es laboriosidad.Antes de finalizar la película Borg se acerca afectivamente a Agda y, aunque ésta le rechaza por el qué dirán, deja la puerta entornada. El resultado es la intimidad.

En el viaje Isak se da otra oportunidad para tener una evaluación positiva de su vida (integridad).

Somos “dueños” de nuestras vidas y, la toma de decisiones, afrontar cada crisis y aceptar la decisión tomada tanto si es acertado como si no, nos ayudará a que nuestro paseo en el tren no sólo sea un destino, sino un viaje contemplativo hacia uno mismo.