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LA COMPRENSIÓN DE TEXTOS Y PENNAC

LA COMPRENSIÓN DE TEXTOS Y PENNAC

Me ha encantado el texto de Pennac. No suelo comenzar ningún texto haciendo esto tan explícito, pero su lectura me ha removido mi infancia, a cómo tomamos contacto con la literatura y con el documento escrito. Algo que en las siguientes líneas quiero compartir.

Cuan relevante es la comprensión lectora para el aprendizaje. Los niños, poco a poco, tras el periodo en el que van adquiriendo la mecanización en la decodificación y la recodificación, deben desarrollar nuevos procesos para poder hacerse poseedores del contenido de los textos y poder relacionarlo con sus esquemas previos.

Perrault, Grimm, Andersen y todos los autores anónimos que han contribuido a enriquecer nuestras noches antes de ir a dormir, lo tenían presente, haciendo de sus cuentos breves historias a través de las que se podía ver el mundo. Se mostraban como ventanas a la fantasía con las que la imaginación se daba cita para desarrollar, mediante los sueños cuando éstos son recordados, la creatividad y las  relaciones con el mundo real al convertirnos en los protagonistas de las historias que nos habían narrado y que se habían quedado en nuestra memoria para ser evocadas en la arbitrariedad del descanso, haciéndonos despertar entre algodones o entre sobresaltos.

En mi caso, era mi bisabuela, en esas calurosas tardes de verano, cuando la casa se había quedado recogida después de juntarnos para comer y contar las pericias ocurridas por la mañana, quien me contaba cuentos. Odiaba la siesta, yo quería seguir jugando con mi hermana y con mis primos, combinación que durante el curso escolar no tenía lugar. Sin embargo, mi madre se empeñaba en distribuirnos en distintas habitaciones, cada uno con un adulto, para no hacer del tiempo de descanso y de aplomo estival una “Verbena de la Paloma”. A regañadientes me introducía en la cama, acompañada de mi dulce bisabuela que calmaba los ánimos con un abanico para mi deleite. Lo mejor era cuando ésta me narraba historias populares, relatos y anécdotas de otros tiempos. El vaivén del  abanico de madera, el sonido producido al abrir y cerrar sus varillas, marcaba el inicio de todas las aventuras que allí se daban lugar. Mi enfado mermaba rápidamente y me entregaba a todo lo que ella, tiernamente, me contaba. A veces surgían preguntas cuando algún cosquilleo había despertado mis ganas de investigar, pero por lo general me dejaba. Guardo esa época en un recóndito baúl que me gusta dejar abierto, por si acaso, por si lo necesito para sentirme bien. Creo que lo conservo como anclaje cuando algo inquietante se dispara. A veces me golpean los recuerdos de esa época cuando vuelvo a experimentar el mismo aire, por temperatura y velocidad, que ella compartía con su abanico.

Con mi bisabuela sentía tener una inmensa deuda; por lo que en agradecimiento le escribía cartas que ella no podía escribir. Las destinaba a una prima suya que vivía en Torrente, quien pocas veces visitaba el pueblo. Me fascinaba su expresión, su locuacidad y su memoria a pesar de no haber sido testigo del desarrollo de las escuelas a principios de siglo XX. Brillante hubiese sido siendo destinataria de ese servicio que acababa de expandirse en pleno regeneracionismo (a partir de 1898), ya que nació en 1896. Quizás ahora la valore más que entonces, aunque ya no esté conmigo para poder decírselo, para mostrarle mi gratitud al haberme abierto su ventana, al haberme dejado salir al balcón de su infancia donde transcurrían muchas de las anécdotas que compartía conmigo. “Gracias por tus cuentos, y gracias por perseguirme por la calle, siendo muy chica, para darme un currusco de pan a pesar de no querer comer. Gracias por haberme querido tanto con los cuentos”.

De adolescente me gustaba leer. En casa había muchos libros y es una costumbre, la de coger uno antes de dormir, que he visto siempre en mi padre. A pesar de que me atraían más las ciencias, recuerdo que disfrutaba de la literatura aunque me obligasen a leer lo que no era voluntario, lo que tal vez se alejaba de mis intereses, pero disfruté mucho con una profesora que nos hacía buscar el sentido a todo texto. Nos revolcábamos en el significado de cada capítulo, cada página, cada palabra; buscando recursos literarios con los que aplicar la inferencia. Me gustaba ver otras interpretaciones, otros sentidos alejados del literal. Puede que ese proceso, que muchas veces agradecí para mi aprendizaje, se convirtiera en un conflictivo enemigo que me hacía ir más despacio. Por lo que me enfurecía que pusiesen fecha límite para concluir las diversas lecturas que formaban parte del programa de estudios.

Poco quiero decir de otros tantos profesores y maestros que en su práctica me condujeron a memorizar definiciones literalmente, a no relacionar, a quedarme sólo en el contenido de esas líneas farragosas que no entendía, que se mezclaban, haciendo que mis sentidos y mi atención se fuesen a otra cosa porque me reprochaban el que les mantuviese esclavizados a mi servicio cuando no nos iba a servir de nada en lo que allí se estaba invirtiendo el tiempo. Mis procesos psicológicos más tarde se vengaron ante tan cruel sacrificio, pero sin duda, mi autorregulación se vio reforzada, pues “lo que no te mata te hace más fuerte”. Disciplina conmigo misma aprendí, pero mi atención se acomodó, teniendo que forzar mi arousal a conflictos con mi  voz interna y, en alguna ocasión, con mis padres, quienes oían de mí en las entrevistas con los tutores que “siempre estaba distraída, pensando en las musarañas”; y yo mientras seguía creyendo que eran del grupo arácnido, visualizando sus patas y la manera con la que podría evitarlas en un intento de ataque personal. Cuando descubrí que eran mamíferos me relajé. […].

Todo lo que he vivido en relación a la lectura me hace ser consciente de la dificultad que entraña, y creo que, aunque de una manera poco técnica y precisa, como sin embargo estoy incorporando ahora con la asignatura de dificultades, lo tenía muy presente. Tal y como dice CUETOS (1994) “el que un niño sea capaz de reconocer palabras no es garantía de que sea un buen lector, ya que tiene además que hacer uso de las claves sintácticas, muchas de las cuales son diferentes a las que utiliza en el lenguaje oral”. Así, a la lectura mecánica hay que incluir el procesamiento sintáctico, el semántico y la autorregulación, a la que antes me referí. Por lo que la lectura, en el momento en el que parece ser fluida, queda relegada a un segundo plano en pro de la comprensión con la que se genera el aprendizaje. De esta manera, el procesamiento sintáctico y el semántico cobran especial importancia para relacionar lo que se está leyendo con los esquemas previos que poseemos. Luego a pesar de la mecanización que supone esta destreza cultural, se da participación a la identidad del sujeto, a la interpretación que de un mismo texto se da por personas diferentes gracias a las inferencias que se realizan durante nuestros encuentros literarios. Los esquemas median y acotan la idea general que se adopta del significado y de la relación que establecemos entre las palabras. Nuestro lenguaje interno, traduce esas ideas, por ello podemos coincidir en líneas generales pero expresarnos de una forma tan dispar entre unos y otros sobre un mismo referente escrito.

Nuevamente la frecuencia de las palabras con las que evoquemos el lenguaje al traducir las ideas, hagan que las interpretaciones sean diferentes, ricas y mestizas en cualquier puesta en común. Por eso valoraba a mi profesora de literatura, que me ofreció más interpretaciones que la suya y la mía; la de mis compañeros. Por eso agradezco el aprendizaje por descubrimiento en el que me veo inmersa en las clases cuando trabajamos en pequeño y gran grupo al tener que resolver planteamientos de forma colaborativa.

En lo que respecta a la práctica docente, resaltar lo mucho que se está trabajando la comprensión lectora a través de planes en los centros, de las dinámicas que se generan en las bibliotecas escolares, de distintas pruebas que se realizan desde la propuesta del equipo de apoyo… la cantidad de material que hay en los colegios sería digno de mención, colecciones de libros, intercambios con los compañeros del aula de material escrito…; y sigue evidenciándose que la comprensión es un proceso muy relevante para el pronóstico del alumno dentro del sistema educativo. Haya más tele o menos, haya más hábitos en casa o ninguno en cuanto al trabajo de la lectura…  veremos como muchos niños pasan por fases de desmotivación, se distancian de los libros; pero que esta amistad es reconciliable como bien describe Pennac en el capítulo. Forzar, reprender, castigar no son medidas que contribuyan a que vuelva a crecer un interés por leer. Por el contrario enseñar a amar la lectura es trocar horas de hastío por horas de inefable y deliciosa compañía.

3 comentarios

Esther -

Hola Alejandro.

Qué de mcguffins. Eres un genio del suspense, porque siempre me dejas en estado de incertidumbre.

Y estuviste viendo la película al estilo de Julián ;)(aunque hubo un antecesor de esta técnica que que ya la usase, JA), ¿recuerdas incongruencias?

Que no chino sino japonés, a lo mejor conoces a Yoji Yamada, que hizo una trilogía de samuráis. Y luego ha hecho bastante cine basado en la escuela japonesa (muy divertidas sus películas). Te recomiendo Gakko. Si no la encuentras te la paso. Es un poco rara pero merece la pena (rara no al estilo sopor). A David seguro que le gustaría también. Ya se lo comentaré.

Gracias por el comentario.

Un saludo.

Esther -

Hola Alejandro.

Qué de mcguffins. Eres un genio del suspense, porque siempre me dejas en estado de incertidumbre.

Y estuviste viendo la película al estilo de Julián ;)(aunque hubo un antecedor de esta técnica que no conocía que la usase, JA), ¿recuerdas incongruencias?

Que no chino sino japonés, a lo mejor conoces a Yoji Yamada, que hizo una trilogía de samuráis. Y luego ha hecho bastante cine basado en la escuela japones (muy divertidas sus películas). Te recomiendo Gakko. Si no la encuentras te la paso. Es un poco rara pero merece la pena (rara no al estilo sopor,lo prometo). A David seguro que le gustaría también. Ya se lo comentaré también.

Gracias por el comentario.

Un saludo.

Alejandro -

Hola

Cuánto me alegra que te haya gustado el texto de Pennac. No sé si muchos lo descubrirán también al leerlo, puede que muchos ni lo lean, o se lo dejen para otros momentos más propicios. Sería un poco sacrílego obligar a leer este texto, ¿no? Imposible... la lectura como el aprendizaje tiene que partir de uno mismo, del propio interés, o al menos tratar de generarlo de alguna manera. Si puedes leer Mal de Escuela, también te gustará. Ahí describe mejor la figura del cancre (algo asi como el cretino, el idiota) en un colegio, un curso. Como justamente fue él mismo.

Yo descubrí antes al Pennac escritor que al Pennac ensayista. De hecho me sorprendió. Tiene una serie de novelas deliciosas, como "la felicidad de los ogros" o "el hada carabina". Así empecé yo con él.. hace ya unos cuantos años.

Luego, al leer "Como una novela" le vi mucho potencial "conector" respecto la asignatura. Forma parte del mcguffin inicial (olvidado) de la concepción amplia de las DA. Y guarda mucha relación con otro tema mcguffiano por excelencia, trabajado también en paralelo en HHSS. De ése no puedo hablar ahora, porque hay un tema clave en "Como una novela" y surge, en cierta manera, en lo que mencionas sobre tu bisabuela y tú. Por cierto, qué bonito. Me gustó leerlo. A mi, leer creo que me cambió. Descubrir el mundo interior que posibilitaban los libros, creo que facilitó que no fuera tan activo en el mundo, tan extremadamente travieso. Bueno, es una teoría mía. Le contaba hoy a David que este fin de semana estuve viendo una película en chino (sin subtítulos) y que había momentos en los que me olvidaba, en cierta manera entendía qué pasaba, me olvidaba del idioma desconocido. Eso me pasaba cuando leía comics, tebeos. Me enteraba aunque no comprendiera los textos. Empecé con un tebeo que se llamaba "Don Micky", no sé si alguien los conocerá.

Bueno... seguiremos con estas cuestiones la próxima y última clase.

Un saludo

Alejandro