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LOS PRIMEROS DE LA CLASE

         Quisiera comenzar esta reflexión haciendo referencia a un artículo que nos ofreció Leonor en la despedida de su asignatura. Éste versaba sobre la diferencia en el sistema educativo de hoy respecto al que se practicaba en los 70 con la EGB, de la que también en mi caso he sido alumna.

El artículo es del 14.01.08, escrito por José Saturnino Martínez (sociólogo educativo) y relata que antaño había 33 alumnos por profesor, frente a los 11 que en la actualidad hay de media para cada profesional de la educación. Así también expone que el gasto público en educación era del 3% y que hoy es del 4,5%. Respecto a la población en general, había 2 millones y medio de analfabetos y sólo medio millón de universitarios. Las cifras distan respecto al momento presente, dado que las cantidades se han invertido y en consecuencia hay medio millón de analfabetos y 5 millones de universitarios. El autor declara que una consecuencia visible de esta mejora es que los españoles leen hoy más que nunca, y que el grupo que más lee es el de los jóvenes.

Coincido con el autor, y por tanto con el artículo “Los primeros de la clase”, en lo referente a que cada vez se lee más y que esta práctica forma parte de la cotidianidad de los jóvenes de entre 10 a 13 años. Quizá exagere en las cifras, pues el 88,2% me parece desgraciadamente irreal.

Se ha ofrecido una campaña a través de la publicidad con el lema “si tú lees, ellos leen”; se han puesto anuncios en los vagones del metro con las primeras páginas de una libro y con el enunciado “no te quedes en la primera página”, iniciativa que por cierto hemos tomado en mi Centro. Efectivamente se invierte un gran presupuesto en el equipamiento de las bibliotecas de aula, pues se proveen de una admirable cantidad de ejemplares y colecciones atractivas para los alumnos a los que tratamos de incentivar en este saludable y beneficioso hábito para su formación y su tiempo de ocio. El cine también ha contribuido enormemente a la lectura de libros, pues de muchos de ellos se han realizado largometrajes como puede ser Harry Potter,  Las crónicas de Narina, La historia interminable, Momo …

En este sentido qué fue antes, ¿el huevo o la gallina? Hay niños que empiezan a engancharse a Harry Potter tras ver la película. Qué más da si el fin justifica los medios, pues el hábito lector es el “Santo Grial” de todo docente.

Ahora bien, también es cierto que el mercado editorial bombardea al profesorado con libros que elegimos nosotros para los niños. Pensamos en empatizar y en escoger lo que creemos más adecuado para ellos, pero la cuestión más importante es si elegimos bien. Muchos maestros priorizan que los alumnos lean libros que forman parte de nuestro acervo cultural, con la intención de que lo que forma parte de nuestra cultura, se continúe postergando en el futuro. Que los maestros hagamos de eslabón entre el pasado y el futuro obligando al niño a leer determinados libros. Y digo obligando porque es cierto que sin darnos cuenta desmotivamos a los niños para seguir leyendo.  En clase éramos muchas las que nos sentimos identificadas con eso, pues en el instituto nos hicieron leer libros que, efectivamente son obras maestras, pero hacia las cuales no estábamos motivados. Que esas obras son para un público más adulto y que sabremos apreciarlas más con una buena base que se ha forjado a través del gusto por la lectura. Tenemos que ser mucho más estrictos en los libros que seleccionamos para ellos y no olvidar que el objetivo a perseguir es que haya afición a la lectura. Si conseguimos esto, habremos conseguido de una manera mucho más satisfactoria que nuestra cultura siga caminando con los que serán los ciudadanos del futuro.

Se ha puesto de moda en muchos Centros, que asistan escritores/as que animen a la lectura, que presenten sus libros, que hagan de cuenta cuentos, e incluso escriban libros cortos en los que los protagonistas son los alumnos y su contexto escolar en cuyos relatos se incluya el nombre de compañeros, profesores… Este es el ejemplo más claro respecto a la afirmación del artículo cuando explican que lo que engancha a los niños son los temas realistas.

En mi opinión, si todos los libros que les proporcionamos son realistas, ¿dónde está la imaginación y la creatividad que los libros de aventuras y fantasía potencian? No me canso de decir a los niños que un libro nos permite viajar, ser otras personas, vivir en otros parajes, en definitiva huir de la rutina. Si tomamos al pie de la letra que lo que interesa a los niños es el realismo, para eso nos quedamos con lo que tenemos, ya que no hay nada más realista que vivirlo.

Cada vez se lee más, pero con esto no hemos de conformarnos. Que las editoriales se nutran económicamente, que a los 15 años hay que leer “Pedro Páramo”, que los temas sean cercanos a su realidad… es secundario.

Debemos darles alas para que sean capaces de seleccionar, de convertirse en ávidos lectores, de nutrirse de letras, pues es una forma de expresión y de comunicación entre los hombres.

Los maestros tenemos todavía un largo trecho sobre el que formarnos para conseguir de nuestros alumnos unos buenos lectores. No depende sólo de la herramienta o el instrumento refiriéndome con ello al libro. Está también  en  la calidad de nuestra práctica docente.

La lectura nos regala mucha compañía, libertad para ser de otra manera y ser más.

Pedro Laín Entralgo  

1 comentario

Ana Belén -

Me gusta mucho la idea que propones de 'darles alas para que sean capaces de seleccionar'. Creo que aquí está la clave. Mostrar a los alumnos/as que hay una gran oferta en temas, estilos, etc. es fundamental. Si bien es cierto que a muchos niños les interesan los temas realistas, esto no quiere decir que debamos olvidarnos de la imaginación y más en ciertas edades (por ejemplo, si estudiamos las teorías de Piaget, la imaginación es la base del pensamiento infantil).
Por otro lado, recuerdo que cuando iba al instituto nos solían recomendar libros de Eduardo Mendoza que a todos mis compañeros les encantaban pero yo prefería leer a Galdós. Tal vez nunca habría descubierto a Galdós si no hubiera sido allí. Hacer personas capaces de elegir pienso que es fundamental.