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HABLAR EN PÚBLICO

HABLAR EN PÚBLICO

Después de la dinámica de ayer, 10 de febrero, y explicitar los factores que influyen en cómo nos enfrentamos a esa situación, es cierto que nos centramos en el producto y no en el proceso. Solemos quedarnos con las percepciones inmediatas de esa experiencia que tanto nos aterra a unos o que genera respeto a otros. Decimos: “he hablado muy rápido, no he mostrado seguridad, le gente no escuchaba, es una situación de evaluación que condiciona la capacidad resolutiva de las misma, el espacio, el contexto…”, y en ese sentido nos falta objetividad como base de la que partir en situaciones similares.

También decíamos que aunque es una actividad relativamente frecuente en muchas de las asignaturas y que la experiencia es un grado, algunos tenemos la sensación de partir siempre de cero y volver a pasar por ese estado de tensión que no permite aprovechar esa actividad como formación. Creo que las diferencias entre una buena ejecución o no radica en abordarlo como proceso o como producto.

No sé si estoy en lo cierto y lo entendí bien. Si lo entendemos como proceso se pone en juego la capacidad de autorregulación del ponente. Planificar qué aspectos contribuyen a desarrollar más seguridad y ponerlos en práctica. Sería similar a concentrar nuestra atención en nuestro círculo de influencia, los aspectos sobre los que tenemos control. Por ejemplo, en lo que respecta al contenido (preparación del tema, documentación, anclajes, ampliación del tema para tener más fundamentación teórica a la que recurrir…). Trabajo en grupo (coordinación entre los componentes, reparto equitativo de las tareas, afinidad entre los componentes, antigüedad del grupo). Aspectos intrínsecos a la persona (respiración, tono de voz, movimiento de las manos, modulación de la voz y seguridad). El problema se produce cuando esta última, la seguridad, queda condicionada por experiencias previas, negativas o no, pero que impiden seguir caminando y aprendiendo de la práctica. Y he conocido casos en esta facultad, compañeras mías, a las cuales la situación de exponer en público les ha generado tanta ansiedad que han llegado a abandonar la carrera, lo cual es conceder una importancia casi traumática a una de las dinámicas de psicopedagogía, y cada vez de más estudios.

Si pensamos en la historia de la educación realmente la construcción del conocimiento se hacía de forma holística y los alumnos filosofaban sobre determinado conocimiento para llegar a la verdad de éste.

Además, también mencionábamos el hecho de que en el colegio, principalmente en la etapa de infantil, la asamblea constituye una parte importante de la metodología propia de ese ciclo, luego deberíamos estar algo más acostumbrados, claro que también es cierto que a medida que avanzamos por nuestro sistema educativo se va concediendo más importancia al libro de texto y menos a la participación activa del alumno, pero eso es otra cuestión que daría mucho que hablar y ahora no es el caso.

Parece que vivimos en un continuo de evaluación, y no me refiero a lo académico sino a lo social. No queremos salirnos de la distribución normal y menos por defecto que por exceso. Qué piensan los demás, qué inferencias o atribuciones causales forjarán sobre nosotros mismos tiene demasiado peso en un desempeño libre de condicionantes en nuestro modo de operar. La personalidad depende tanto de nuestra conducta como de lo que percibimos en los demás sobre la interpretación que ellos hacen de la misma. El efecto Pigmalión, la profecía autocumplida, me hace preguntarme: ¿qué fue primero el huevo o la gallina en nuestro desempeño en un contexto de evaluación? Porque parece que a largo plazo la evaluación, el producto, se convierte en el fin y no en el medio. Nos comparamos con los demás, acomodamos nuestra forma de actuación a las expectativas y nos limita a actuar según pensamos, libres de influencias externas.

También he de decir que focalizamos nuestra atención en lo negativo o a situaciones de las que no tenemos control, luego es una pérdida de energía o de pragmatismo en el desarrollo de esa habilidad. Tenemos que hacer conscientes nuestros puntos fuertes y débiles, el realismo es el pilar sobre el que empezar a controlar y a dominar lo que parece ser una actividad ajena a nosotros mismos, con la que no nos sentimos identificados pero que supone un aprendizaje de utilidad, un reto, una superación, un crecimiento permanente.

Poner gran parte de nuestra energía en aspectos que no van a facilitar ni lo más mínimo el hecho de hablar en público como puede ser (que van a pensar los demás si me equivoco, me están juzgando, evaluando, comparando…) es quedarnos en un nivel de conciencia menor al que podríamos alcanzar desprendiéndonos de esa negatividad o de ese enjuiciamiento constante. Kegan me aportó mucho en este sentido, falta llevarlo a la práctica. La confianza en nosotros mismos y la autogestión es susceptible de trabajarse a lo largo de este cuatrimestre. Será productiva la asignatura en este sentido si conseguimos establecer nuestro papel activo en ese proceso.

Si somos tan dados a juzgar a los demás, es debido a que temblamos por nosotros mismos”. Oscar Wilde (1854-1900)

 

3 comentarios

Gloria -

Hola Esther! hola a todos!

Al haber estado juntas en el grupo del miércoles me ha encantado leer tu aportación porque recopilaba algunos de los aspectos de los que hablamos.
Es cierto que quizá, en nuestra charla, nos centramos en la habilidad de “hablar en público”, cuando quizá la dinámica que realizamos era una “excusa” (¿un McGuffin? : ) ) para acercarnos a lo que se irá desgranando a lo largo de la asignatura, un punto de partida.

Me quedo con lo de “proceso” – “producto”. Creo que, en general, en nuestra retina se queda siempre más plasmado el “producto”, el resultado pues... ¿no es realmente lo que es más fácil percibir? Realmente... ver, analizar y controlar los procesos es algo que cuesta mucho: requiere ir más allá, dejar a un lado el camino más corto para recorrer un sendero estrecho, algo escondido y en el que no tenemos señales que nos indiquen la dirección.
Igual que hablabas de la necesidad de trabajar las habilidades comunicativas desde pequeños, desde una perspectiva más global encuentro importantísimo ir educando a la gente, sobre todo en una sociedad cada vez más orientada a los resultados como es esta, para que no se quede en las apariencias, sino que se pregunte qué hay detrás.

Como tanto tú como Lola decíais, cuando somos los protagonistas de una situación comunicativa, nos preocupa lo que la gente piense de nosotros, porque intuimos que será nuestra fachada lo que les dé toda esa información que les servirá para valorarnos...

Un beso grande.

Lola -

Hola Esther!

Vaya...veo que has empezado el cuatrimestre con mucha fuerza.

Me ha gustado mucho la reflexión sobre la clase de Habilidades. Creo que has hecho un gran análisis sobre lo que ocurrió en el aula, haciendo alusión a los contenidos y a los procesos.

La referencia a Kegan, a la profecía autocumplida... la frase de Oscar Wilde con la que terminas tu comentario... Todo ello constituye una síntesis de lo aprendido en cursos anteriores y tiene
una relación directa con la comunicación.

Qué complejo resulta el proceso comunicativo, ¿verdad? Desde muy pequeños nos comunicamos con gestos, sonidos, llantos, movimientos...y lo hacemos de una manera mecánica, irreflexiva y repetitiva y, aunque seamos capaces de emitir mensajes, no siempre somos conscientes de nuestra capacidad comunicativa. Me viene a la cabeza el texto que leímos de Cintia Rodríguez, donde explica la relación entre significado y signo y cómo el signo es el transmisor del significado, quizás sería un buen momento para releerlo.

Coincido contigo cuando hablas de cuánto nos preocupa lo que los otros piensan de nosotros, de sus juicios. Creo que nuestra autoconcepción depende muy directamente de la concepción que los demás tienen de nosotros, la cual será de una u otra manera dependiendo de la primera.

Todavía nos queda mucho que aprender sobre este tema, ¿no crees?

Un saludo,

Lola

Alejandro -

Hola Esther

Gracias por comenzar.

No era mi intención inicial que nos centráramos en esta habilidad de "Hablar en público", pero creo que nos detendremos un poco más en ella, como ejemplo de intervención, como ejemplo de habilidad social concreta con la que poder trabajar.

Has concretado una serie de procesos claves, pero hay muchos más que podremos explorar. Me das más pistas para planificar la sesión del martes y el miércoles, sobre todo la del miércoles. Tengo en cuenta que es cuando podéis venir la mayoría.

¿Cómo fue tu experiencia durante la secuencia del miércoles pasado? Eso me gustaría saberlo. Sobre eso indagaremos un poco más el martes.

Qué bien, ya hemos comenzado...

ah... me ha impactado eso de que hay compañeros de Psicopedagogía que han dejado la carrera por el tema de hablar en público, bueno, mejor dicho por lo mal que lo pasaban. Qué lástima, porque creo que se puede hacer mucho.

ah... y muy interesante eso de que a pesar de la experiencia, parece que se parte de 0 cada vez. Es un buen ejemplo de que la experiencia por sí sola no basta, algo que conviene recordar muy bien.

Un saludo

Alejandro